Las investigaciones judiciales, comenzando por la megacausa de los primeros años noventa sobre lo que se llamó Tangentopoli, sacaron a la luz un sistema de poderes políticos y de poderes económicos ilegales, ocultos, política y económicamente irresponsables, que prosperaron gracias a la inefectividad del derecho y a su larga y sistemática impunidad.Formas incluso relevantes de ilegalidad y corrupción son, ciertamente, ineliminables y, en alguna medida, fisiológicas en toda democracia. Nunca se vivirá en un mundo deónticamente perfecto.Pero, más allá de una cierta medida, la cantidad se convierte en calidad.Cuando la ilegalidad de la política y la Administración pública, según lo acreditaron las investigaciones judiciales de hace treinta años y como perdura en Italia y en tantos otros países, se transforma en sistema de gobierno, lo que hay no son simples fenómenos criminales, sino una profunda lesión de la democracia y del estado de derecho, cuya vigencia real presupone la sumisión a la ley de los poderes públicos, la responsabilidad de sus titulares y la transparencia de sus comportamientos.Lo que emergió fue, pues, la existencia de una suerte de doble estado, es decir, de un infraestado oculto, crecido tras la fachada legal y representativa del estado visible, organizado en centros de poder invisibles con sus propios códigos y sus exacciones parafiscales, destinado a la apropiación privada de la cosa pública y favorecido por el sentido de la normalidad y la convicción de la impunidad.
CAPITALISMO POLÍTICO, SEGÚN WEBER
El basado en el arrendamiento de impuestos, los suministros del Estado, la guerra, la piratería, la colonización, la usura, etc. (RS VII, 292)
No comments:
Post a Comment