y el leñador ya no descarga su hacha,
ni el segador afila su guadaña,
es algo, testigo único sobre la tierra,
oír al veery sobre su percha de roble,
haciendo sonar su modesto trino.
y yo único oído.
y de tener un alma gemela,hablándome
desde las profundidades de la existencia.
viene aquel débil sonido por este camino.
Transportado por el céfiro, derecho a mi oído.
de la tierra, el brillo del paisaje es mi único espacio,
resto único de un mundo.
fluyen extrañamente sobre la brisa, el vulgar de las vacas,
y los gritos nuevos de recios campesinos
que recorren el valle vecino.
Y yo camino, otra vez,como ciudadano confundido de la tierra.
son nacidos continuamente,incluso ahora el Universo
con mil gargantas y también con sonrisas más joviales
su alegría confiesa ante su nacimiento reciente.
Henry David Thoreau, Journal, June 14, 1838