I did not fear the hen-harriers, for I kept no chickens; but I feared the men-harriers rather
HDT
(Walden)
(Lo que escapa de ser memoria,tras de haberla atravesado,es libertad.
María Zambrano,Dictados y sentencias)
El liberalismo (...) mantuvo todavía más el encantamiento producido por el naturalismo (...) porque acentuó la confianza fatal, aunque llevándola a distinto objeto; el naturalismo la había llevado hacia la naturaleza; el liberalismo hacia la naturaleza humana.
(María Zambrano, "La agonía de Europa")
"Enigma y monstruo más pavoroso que el de la naturaleza: el monstruo de lo social"
Sin duda, llamaría la atención de Zambrano en la actual agonía y violencia europea, la clarividencia griega en la descripción del "monstruo de lo social" en El Sofista de Platón
Y en esto, su libro, crítico en otros aspectos del pensamiento griego, debería reconocer cómo 2.400 años después de haber sido escrito El Sofista muestra la raíz de la unificación política del sofista, del político y del hacedor universal, todos ellos unidos para la caza, en las "democracias del mercado pletórico", del animal domesticado que es el hombre ("el monstruo de lo social").
Los "políticos" y sus agentes reúnen hoy todas las definiciones del sofista ("Si
un hombre pretendiese saber, no decir y contradecir, sino hacer y ejecutar, por
medio de un solo y mismo arte, todas las cosas...") y, además, no pueden ser cuestionados porque su "legitimidad democrática" es la ciencia y el hacedor universal inmaculado (a escala planetaria). Asimismo liberada de la prueba de la experiencia (y de sus resultados).
El Extranjero y Teetetes así lo describen. Resulta asombroso, pero solo porque el monstruo de lo social también lo es. En la Grecia clásica igual que en la España y la Europa del siglo XXI:
"EXTRANJERO. La
caza en tierra comprende dos grandes partes.
TEETETES. ¿Cuáles?
EXTRANJERO. La caza de los animales
domesticados, y la de los animales bravíos.
TEETETES. ¿Pero
hay caza de animales domesticados?
EXTRANJERO. Sin
duda, si el hombre es un animal domesticado. Pero escoge el partido que
quieras; o decir que no existen animales domesticados; o que existen, pero que
el hombre es un animal salvaje; o bien que el hombre será un animal domesticado,
pero que en tu opinión no hay caza de hombres. Dinos a cuál de estas opiniones
das la preferencia.
TEETETES. Estoy
persuadido, extranjero, de que nosotros somos animales domesticados y que hay
caza de hombres.
EXTRANJERO. Digamos,
pues, que la caza de animales domesticados es doble.
TEETETES. ¿Como?
EXTRANJERO. Con
la piratería, la esclavitud, la tiranía, las artes de guerra, formaremos una
sola especie, y la llamaremos caza por la violencia.
TEETETES.
Perfectamente.
EXTRANJERO. El
arte de seguir el curso de un negocio ante los tribunales, en las asambleas de
pueblo, en las conversaciones familiares forma otra especie, que llamaremos caza
por la persuasión.
TEETETES.
Perfectamente.
EXTRANJERO. Pero
la caza por la persuasión se divide en dos géneros.
TEETETES. ¿Cuáles?
EXTRANJERO. La una
es privada, la otra pública.
TEETETES. Estos
dos géneros existen en efecto.
EXTRANJERO. En la
caza privada hay la que reclama un salario y la que hace presentes.
TEETETES. No lo
comprendo.
EXTRANJERO. No te
has fijado, al parecer, en la caza de los amantes.
TEETETES. ¿Cómo?
EXTRANJERO. Los
amantes tienen costumbre de hacer presentes a los que persiguen por amor.
TEETETES. Es muy
cierto.
EXTRANJERO. Esta especie
de caza privada será el arte de amar.
TEETETES. Muy
bien.
EXTRANJERO. En
cuanto a la caza privada, que aspira a un salario, hay una especie en la que el
cazador se atrae las gentes por medio de caricias, o emplea el placer como
cebo, sin exigir otro salario que su propio alimento, y yo creo que
convendremos en llamar a esto el arte de la adulación o el arte de procurar
placeres.
TEETETES. Sin
duda.
EXTRANJERO. Pero
la otra especie, en la que se proclama que no se buscan los hombres sino para
enseñarles la virtud, indemnizándose de este servicio con dinero contante, ¿no
merece que se la dé un nombre particular?
TEETETES. Sin
duda.
EXTRANJERO. ¿Qué
nombre? Dilo.
TEETETES. Es bien
claro; y no puedo dudar que nos hemos encontrado con el sofista. Dando este
nombre al cazador de que se trata, creo darle el nombre que le conviene.
EXTRANJERO. Resulta,
Teetetes, de todo lo que acabamos de decir, que por sofística debe entenderse
el arte de apropiar, de adquirir con violencia, a manera de la caza de los animales
andadores, terrestres y domesticados, la caza de la especie humana, caza
privada, que busca un salario y salario á dinero contante, y que, con el
aparato engañador de la ciencia, se apodera de los jóvenes ricos y de
distinción.
TEETETES. De hecho
es lo que dices.
EXTRANJERO.
Coloquémonos ahora en otro punto de vista. Porque no es de poco valor el arte a
que se refiere nuestra indagación, y, antes bien, es por el contrario de una
extrema variedad. Y lo que acabamos de decir da lugar a pensar, que el
sofista pertenece aún a otro género diferente del que le hemos asignado.
TEETETES. Veamos,
explícate.
EXTRANJERO. Hemos
sentado, que el arte de adquirir comprende dos especies, la adquisición por la
caza y la adquisición por convenio.
TEETETES. Así lo hemos
establecido.
EXTRANJERO.
Distinguiremos en la adquisición por convenio el que tiene lugar por donación y
el que tiene lugar por compra y venta.
TEETETES. Distingámoslos.
EXTRANJERO. Ahora
diremos, que la adquisición por compra y venta se divide en dos partes.
TEETETES. ¿Cómo?
EXTRANJERO. En
la una se venden los productos de su propia industria, y la llamaremos comercio
de primera mano; en la otra se venden los productos de una industria ajena, y
la llamaremos comercio de segunda mano.
TEETETES. Muy
bien.
(…)
EXTRANJERO. Mi
pregunta es la siguiente: ¿es posible que un hombre lo sepa todo?
TEETETES. Nuestra
especie, ¡oh extranjero seria entonces demasiado dichosa!
EXTRANJERO. ¿Cómo
el que no sabe puede decir algo razonable, cuando contradice al que sabe?
TEETETES. No es
posible.
(…)
EXTRANJERO. Si
un hombre pretendiese saber, no decir y contradecir, sino hacer y ejecutar, por
medio de un solo y mismo arte, todas las cosas...
TEETETES. ¿Cómo
todas las cosas?
EXTRANJERO. He
aquí que comienzas por no entender mis primeras palabras, puesto que no
comprendes lo que significa todas las cosas.
TEETETES. No, en
verdad.
EXTRANJERO. Por
todas las cosas quiero decir tú y yo, y además todos los animales y todas las
plantas.
TEETETES. ¿Y
después?
EXTRANJERO. Si
alguno se creyese capaz de hacernos, a tí y a mí, y de hacer todos los seres
vivos...
TEETETES. ¿Qué
entiendes por hacer? Aquí no se trata de un labrador, porque hablas de un
hombre capaz de hacer animales.
EXTRANJERO. Sin
duda, e igualmente el mar, la tierra, el cielo, los dioses y todo lo demás; y
aun supongo que, después de haber hecho todas estas cosas en un abrir y cerrar
de ojos, las vendería a un ínfimo precio.
TEETETES. Lo
que dices es una pura burla.
EXTRANJERO. ¡Qué!
Pretender que se saben todas las cosas, y que todas se pueden enseñar a otros a
precio módico y en poco tiempo, ¿no es también una burla?
TEETETES. Incontestablemente.
EXTRANJERO. ¿Conoces burla, que exija más arte
y produzca más placer que la imitación?
TEETETES. No,
porque lo que designas con un solo nombre encierra mil variedades.
EXTRANJERO. ¿No
estimamos que el hombre, que se alaba de ser capaz de hacer todas las cosas
mediante un solo arte, es lo mismo que el que, por medio de la pintura, imita
seres, les da los mismos nombres, y mostrando estas imágenes de lejos a los
niños, que no tienen uso de razón, hace que formen una idea ilusoria de su
habilidad, y les convence de que puede fabricar perfectamente con sus manos cuanto
quiera?
TEETETES. Sin
duda.
EXTRANJERO. Y
bien, ¿no creemos que puede darse en los discursos un arte semejante? ¿No es
posible que se engañe a los jóvenes, alejados aún de la verdad de las cosas,
haciéndoles oír vanos discursos, mostrándoles de palabra imágenes de todos los
seres, convenciéndoles de que estas imágenes son la verdad misma, y que el que
se las presenta es en todo el más instruido de los hombres?
TEETETES. Nada
obsta a que semejante arte exista.
EXTRANJERO. Respecto
a la mayor parte de los que oyen estos discursos, mi querido Teetetes, cuando
con el trascurso del tiempo han llegado a la edad madura, ¿no es una necesidad
que, encontrándose con las cosas mismas, y forzados por las impresiones que
reciben a fijar en ellas su atención, modifiquen sus primeras opiniones,
juzguen pequeño lo que les había parecido grande, difícil lo que hablan visto
fácil, y que vean, en fin, desvanecerse por todas partes los fantasmas de
aquellos discursos engañosos al contacto de los hechos y de la realidad?
TEETETES. Así lo
pienso, en cuanto lo permite mi edad; porque soy aún de los que no perciben las
cosas más que de lejos.
EXTRANJERO. He
aquí porque los presentes nos esforzaremos, y ya nos esforzamos, en aproximarte
a la verdad, aun antes de que lleguen para ti las advertencias de la
experiencia. Pero volvamos al sofista, y dime: ¿no es ya claro para nosotros
que es un charlatán, que quiere imitar la realidad, o dudamos aún en razón de
si, siendo capaz de discutir sobre todas las cosas, posee verdaderamente la
ciencia universal?
TEETETES. No,
extranjero, eso no puede ser. Después de lo que hemos dicho, es claro que debe
colocarse al sofista entre los farsantes.
EXTRANJERO. Es
preciso definir al sofista, diciendo que es un charlatán y un imitador.
TEETETES. ¿Cómo no
definirlo así?
EXTRANJERO. ¡Ánimo,
pues! Ahora no dejemos escapar la caza. Le hemos envuelto en la red de los
razonamientos, con que le hemos sitiado por todas partes, y no puede escapar...
TEETETES. ¿De
qué?
EXTRANJERO. De
ser considerado como un miembro de la familia de los autores de encantamientos.
TEETETES. La misma
idea me formo yo del sofista."
(Platón, “El
Sofista” en Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 4, Madrid
1871)
https://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf04009.pdf
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