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Saturday, September 19, 2009




















TINTES OTOÑALES (I)

Los europeos que vienen a America se sorprenden de la brillantez de nuestro follaje otoñal. No hay registro de este fenómeno en la poesía inglesa porque los árboles no adquieren allí sino unos pocos colores brillantes. Lo máximo que Thomson dice sobre esta cuestión en su “otoño” es lo que contienen estas líneas:

“Pero mira los bosques multicolores que decaen

sombra más profunda sobre sombra, el campo alrededor

marrón, una umbría multitudinaria, oscuro y marrón

de toda la gama, desde el pálido verde desfalleciente al negro tizón”

Y la línea en la que habla de:

“El Otoño irradiando sobre los bosques amarillos”

El cambio otoñal de nuestros bosques no ha causado todavía una impresión profunda en nuestra propia literatura. Octubre no ha teñido apenas nuestra poesía.

Muchos, que han pasado su vida en las ciudades, y que nunca han tenido la oportunidad de venir al campo en esta estación, nunca ha visto esto, la flor, o más bien la fruta madura, del año. Recuerdo haber cabalgado con un ciudadano, quien, aún una quince demasiado tarde para los colores más brillantes, fue sorprendido y no creía que hubiera habido algo más brillante. Nunca antes había oído de este fenómeno. No solamente muchos en nuestras ciudades no lo han presenciado nunca, sino que es escasamente recordado por la mayoría de año en año.

La mayoría confunde el cambio con la caída de la hoja, como si confundieran manzanas maduras con podridas. Pienso que el cambio a un color más alto en una hoja es una evidencia de que ha llegado a un madurez tardía y perfecta, respondiendo a la maduración de los frutos. Son generalmente las hojas más bajas y antiguas las que primero cambian. Pero de la misma manera que el insecto de corta vida y color brillante, las hojas no maduran sino para caer.

Generalmente cada fruto, al madurar, y justo antes de caer, cuando comienza una vida más individual e independiente, necesitando menos nutrición de cualquier fuente, y la misma no tanto de la tierra a través del tronco como del sol y el aire, adquiere un tinte brillante. Así también las hojas. El fisiólogo dice que ello es “debido a una incremento en la absorción de oxígeno”.Esta es la explicación científica del asunto- solo una reafirmación del hecho. Pero yo estoy más interesado en la rosada mejilla que en saber qué dieta particular ha seguido la joven. El bosque y la hierba, la película de la tierra, debe adquirir un color brillante, un evidencia de su madurez, como si el globo de la tierra fuera una fruta de su tronco, siempre con una mejilla hacia el sol.

Las flores no son sino hojas coloreadas, los frutos no son sino flores maduras. La parte comestible de la mayoría de los frutos es, como el fisiólogo dice, “el parénquima o tejido carnoso de la hoja”, de la que están formados.

Nuestros apetitos han comúnmente confinado nuestras visiones de la madurez y sus fenómenos, color, sabor y perfección, a las frutas que comemos y estamos inclinados a olvidar aquella inmensa cosecha que no comemos, que a duras penas usamos, y que es anualmente madurada por la Naturaleza. En nuestras Ferias de Ganado y Exhibiciones de Horticultura hacemos, pensamos, una gran exhibición de frutas honestas destinadas sin embargo a un fin innoble, frutas no valoradas principalmente por su belleza. Pero alrededor y dentro de nuestras ciudades hay anualmente otra muestra de frutos, de una escala infinitamente más grande, frutos que apelan solo a nuestro gusto por la belleza.

Octubre es el mes de las hojas pintadas. Su rico destello irradia ahora alrededor del mundo. Como las frutas y hojas, y el propio día, adquieren un tinte brillante justo antes de morir, así también el año se acaba. Octubre es su cielo de ocaso; Noviembre su última luz.

HDT

(Traducción Guillermo Ruiz)

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Fotografía de Walden Pond en Otoño:

http://gonewengland.about.com/library/blwaldenpond4.htm





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