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Sunday, March 17, 2024

LA LÁMPARA MARAVILLOSA (III; FORMA Y CONTENIDO EN "EL COLOQUIO DE LOS PERROS")


Destacamos los siguientes aspectos formales y materiales de "El Coloquio":

1) No solo "Cipión" y "Berganza" son animales de compañía, el "Licenciado" y el "Álferez" también lo son (no en vano el perro y el hombre co-evolucionaron juntos)

2) Cualquier "autoría" es "co-autoría", tanto del lado "Cipión-Berganza" como del lado "Licenciado- Álferez"

3) La escritura en co-autoría es la que permite el "testimonio imparcial" y la acción sujeta a revisión

4) Siempre que haya un receptor/autor atento: el Álferez duerme y solo puede referirse al coloquio por un suceso previo a la narración del "Licenciado". Esta es la fuente de los errores, simulaciones, omisiones y parcialidades relatados -con verosimilitud realzada por la ausencia de interés de unos agentes no plenamente humanos- con profusión en el Coloquio

5) El juego de los bolos es, en "El Coloquio", un símil de todo proceso social constructivo:

 Digo, pues, que el verdadero sentido es un juego de bolos, donde con presta diligencia derriban los que están en pie y vuelven a alzar los caídos, y esto por la mano de quien lo puede hacer. Mira, pues, si en el discurso de nuestra vida habremos visto jugar a los bolos

"Quien lo puede hacer" puede excluir en el juego, en cualquier "juego" social, a quien no lo puede 

6) El poder significativo del "Coloquio" está en su imprevisible inicio y desenlace: la introducción de los "sujetos" que llevan a cabo la primera referencia a la serie de sucesos (los perros del hospital de La Resurrección) y la del último sujeto que realiza la última referencia a la serie de sucesos: el Licenciado

7) "Cipión" y "Berganza" son un modelo de narración porque son un modelo de la construcción social en múltiple autoría que neutraliza-nunca del todo pues depende del poder sobre los bolos- las parcialidades de la autoría sin control

8) El Licenciado en su introducción final "imprevisible" refuerza la "previsibilidad" e "imparcialidad" de la narración previa

Su imprevisibilidad, propia de cualquier agente humano, no tiene sin embargo la "última palabra". 

No hay "última palabra" porque cualquier "agente" es, en este sentido, "incalculable". Su "acción" y "creación" es eso que él introduce y que constituye confrontación, reconocimiento o ayuda para otros.

El "artificio" y la "invención" de la inteligencia no es nunca un mero alarde "por la mano de quien lo puede hacer". Si lo fuera, no existiría "El Coloquio", como no existiría el "juego" social.

Saturday, March 16, 2024

LA LÁMPARA MARAVILLOSA (II; 14-07-1613+ 23-04-1970+29-02-2024): CIPIÓN Y BERGANZA ("LOS TESTIGOS IMPARCIALES")


 "Mi edad no está ya para burlarse con la otra vida, que a cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano"

14-07-1613 (Prólogo Novelas Ejemplares)

 130.309 días

 149.979 días

(¿14 generaciones?)

19.670 días

"NOVELA Y COLOQUIO QUE PASÓ ENTRE CIPIÓN Y BERGANZA,
PERROS DEL HOSPITAL DE LA RESURECCIÓN,
QUE ESTÁ EN LA CIUDAD DE VALLADOLID,
FUERA DE LA PUERTA DEL CAMPO,
A QUIEN COMÚNMENTE LLAMAN
«LOS PERROS DE MAHUDES»

 

CIPIÓN.-   Berganza amigo, dejemos esta noche el Hospital en guarda de la confianza y retirémonos a esta soledad y entre estas esteras, donde podremos gozar sin ser sentidos desta no vista merced que el cielo en un mismo punto a los dos nos ha hecho.

BERGANZA.-   Cipión hermano, óyote hablar y sé que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar   -fol. 241r-   nosotros pasa de los términos de naturaleza.

(...)

 

CIPIÓN.-   Lo que yo he oído alabar y encarecer es nuestra mucha memoria, el agradecimiento y gran fidelidad nuestra; tanto, que nos suelen pintar por símbolo de la amistad; y así, habrás visto (si has mirado en ello) que en las sepulturas de alabastro, donde suelen estar las figuras de los que allí están enterrados, cuando son marido y mujer, ponen entre los dos, a los pies, una figura de perro, en señal que se guardaron en la vida amistad y fidelidad inviolable.

(…)

 BERGANZA.-   Ambición es, pero ambición generosa, la de aquel que pretende mejorar su estado sin perjuicio de tercero.

CIPIÓN.-   Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero.

BERGANZA.-   Ya hemos dicho que no hemos de murmurar.

CIPIÓN.-   Sí, que yo no murmuro de nadie.

(…)

BERGANZA.-   Acuérdome que cuando estudiaba oí decir al precetor un refrán latino, que ellos llaman adagio, que decía: Habet bovem in lingua.

CIPIÓN.-   ¡Oh, que en hora mala hayáis encajado vuestro latín! ¿Tan presto se te ha olvidado lo que poco ha dijimos contra los que entremeten latines en las conversaciones de romance?

BERGANZA.-   Este latín viene aquí de molde; que has de saber que los atenienses usaban, entre otras, de una moneda sellada con la figura de un buey, y cuando algún juez dejaba de decir o hacer lo que era razón y justicia, por estar cohechado, decían: «Este tiene el buey en la lengua».

(…)

BERGANZA.-   Pues escucha, que aún más adelante tiraban la barra, puesto que me pesa de decir mal de alguaciles y de escribanos.

 

CIPIÓN.-   Sí, que decir mal de uno no es decirlo de todos; sí, que muchos y muy muchos escribanos hay buenos, fieles y legales, y amigos de hacer placer sin daño de tercero; sí, que no todos entretienen los pleitos, ni avisan a las partes, ni todos llevan más de sus derechos, ni todos van buscando e inquiriendo las vidas ajenas para ponerlas en tela de juicio, ni todos se aúnan con el juez para «háceme la barba y hacerte he el copete», ni todos los alguaciles se conciertan con los vagamundos y fulleros, ni tienen todos las amigas de tu amo para sus embustes. Muchos y muy muchos hay hidalgos por naturaleza y de hidalgas condiciones; muchos no son arrojados, insolentes, ni mal criados, ni rateros, como los que andan por los mesones midiendo las espadas a los estranjeros, y, hallándolas un pelo más de la marca, destruyen a sus dueños. Sí, que no todos como prenden sueltan, y son jueces y abogados cuando quieren.

(...)

(…)

si no es que sus palabras se han de tomar en un sentido que he oído decir se llama alegórico, el cual sentido no quiere decir   -fol. 266v-   lo que la letra suena, sino otra cosa que, aunque diferente, le haga semejanza; y así, decir:

Volverán a su forma verdadera                    

            cuando vieren con presta diligencia             

            derribar los soberbios levantados,                

            y alzar a los humildes abatidos,                   

            por mano poderosa para hacello,

tomándolo en el sentido que he dicho, paréceme que quiere decir que cobraremos nuestra forma cuando viéremos que los que ayer estaban en la cumbre de la rueda de la fortuna, hoy están hollados y abatidos a los pies de la desgracia, y tenidos en poco de aquellos que más los estimaban. Y, asimismo, cuando viéremos que otros que no ha dos horas que no tenían deste mundo otra parte que servir en él de número que acrecentase el de las gentes, y ahora están tan encumbrados sobre la buena dicha que los perdemos de vista; y si primero no parecían por pequeños y encogidos, ahora no los podemos alcanzar por grandes y levantados. Y si en esto consistiera volver nosotros a la forma que dices, ya lo hemos visto y lo vemos a cada paso; por do me doy a entender que no en el sentido alegórico, sino en el literal, se han de tomar los versos de la Camacha; ni tampoco en éste consiste nuestro remedio, pues muchas veces hemos visto lo que dicen y nos estamos tan perros como vees; así que, la Camacha fue burladora falsa, y la Cañizares embustera, y la Montiela tonta, maliciosa y bellaca, con perdón sea dicho, si acaso es nuestra madre de entrambos, o tuya, que yo no la quiero tener por madre. Digo, pues, que el verdadero sentido es un juego de bolos, donde con presta diligencia derriban los que están en pie y vuelven a alzar los caídos, y esto por la mano de quien lo puede hacer. Mira, pues, si en el discurso de nuestra vida habremos visto jugar a los bolos, y si hemos visto por esto haber vuelto a ser hombres, si es que lo somos.

BERGANZA.-   Digo que tienes razón, Cipión hermano, y que eres más discreto de lo que pensaba; y de lo que has dicho vengo a pensar y creer que todo lo que hasta aquí hemos pasado y lo que estamos pasando es sueño, y que somos perros; pero no por esto dejemos de gozar deste bien de   -fol. 267r-   la habla que tenemos y de la excelencia tan grande de tener discurso humano todo el tiempo que pudiéremos; y así, no te canse el oírme contar lo que me pasó con los gitanos que me escondieron en la cueva.

(…)

CIPIÓN.-   Una muestra y señal desa verdad que dices nos dan algunos hombrecillos que a la sombra de sus amos se atreven a ser insolentes; y si acaso la muerte o otro accidente de fortuna derriba el árbol donde se arriman, luego se descubre y manifiesta su poco   -fol. 274r-   valor; porque, en efeto, no son de más quilates sus prendas que los que les dan sus dueños y valedores. La virtud y el buen entendimiento siempre es una y siempre es uno: desnudo o vestido, solo o acompañado. Bien es verdad que puede padecer acerca de la estimación de las gentes, mas no en la realidad verdadera de lo que merece y vale. Y, con esto, pongamos fin a esta plática, que la luz que entra por estos resquicios muestra que es muy entrado el día, y esta noche que viene, si no nos ha dejado este grande beneficio de la habla, será la mía, para contarte mi vida.

(...)

El acabar el Coloquio el licenciado y el despertar el alférez fue todo a un tiempo; y el licenciado dijo:

Aunque este coloquio sea fingido y nunca haya pasado, paréceme que está tan bien compuesto que puede el señor alférez pasar adelante con el segundo.

—Con ese parecer —respondió el alférez— me animaré y disporné a escribirle, sin ponerme más en disputas con vuesa merced si hablaron los perros o no.

A lo que dijo el licenciado:

—Señor Alférez, no volvamos más a esa disputa. Yo alcanzo el artificio del Coloquio y la invención, y basta. Vámonos al Espolón a recrear los ojos del cuerpo, pues ya he recreado los del entendimiento.

—Vamos —dijo el alférez.

Y, con esto, se fueron."

 (Sigmund Freud, reconocido lector del Coloquio, ya aludió al «espíritu cínico y escéptico» de la novela. Pierre Daniel Huet inició la tradición de asociarla con El asno de oro de Apuleyo, mientras que Menéndez Pelayo y otros comentaristas la entroncan con la sátira lucianesca, entre otras muchas interpretaciones)


 


 Sin ironía no hay sino impostores o, en el mal sentido de la palabra, profesores

María Zambrano (Algunos lugares de la pintura)