(Robert Alman y tres poetas españoles)
Casa de Misericordia
El padre fusilado.
O como dice el juez, ejecutado.
La madre ahora, la miseria, el hambre,
la instancia que le escribe alguien a máquina:
saludo al Vencedor, Segundo Año Triunfal.
Solicito a Vuecencia poder dejar mis hijos
en esta Casa de Misericrodia.
El frío del mañana está en la instancia.
Hospicios y orfanatos fueron duros,
pero más dura era la intemperie.
La verdadera caridad da miedo.
Como la poesía: un buen poema,
por más bello que sea será cruel.
No hay nada más.La poesía es hoy
la última casa de misericordia.
(Joan Margarit)
SANTO OFICIO
Alrededor de las persecuciones hay siempre un subrepticio vendedor de jaculatorias.Se le conoce por la cera litúrgica que destilan sus ojos, también por una herida sin cicatrizar que ostenta en el sañudo cielo de la boca.No te acerques a él, tú que acaso confundas la dirección correcta de la huida, no te dejes tentar por esa detestable incitación a la virtud.Quien persigue al liberto ¿no es siempre el más esclavo?.El vendedor imparte su enseñanza con taimado escrutinio, muda de piel como el reptil en la pedriza , sólo intenta salvar al que ya se ha rendido.Su sombra engulle consagradamente la sombra cautelar del acosado.Por lo común se hace llamar el Emulo-mayor-del-único-camino.
(José Manuel Caballero Bonald)
DON JUAN SIN TIERRA
(...)
Todo está en ruinas, y los precios crecen
pues son más pobres los que ya lo eran
en estos tiempos de capitalistas
que tienen el prurito, y lo alardean,
de ser inmejorables, si pragmáticos
y trascendentalistas.
Algo está en ruinas en un mundo en ruinas
y entiendes que la industria va a su guerra
y tú a la tuya, claro, en esta vida
de rima fácil, porque es algo perra.
Ah de la dicha, pero quién responde
si en ella nadie cree, y además
si la buscas te pierdes, pero dónde.
Tal vez la encuentres en El Vaticano,
si no en Escandinavia
o en Gibraltar, Andorra o San Marino,
o en un rincón feliz, o sea en Babia.
Campos de soledad, hipotecados
por tanques de pensar tan contundentes
que cultivan bancales asfaltados.
Este mundo se cierra,
pero un don juan anómimo se afirma
testigo de los días por el surco
de la memoria que a su luz se aferra.
Y en la aceleración hay tantas vidas
a averiguar por el retrovisor
que ignoran lo que fueron o la incógnita
de lo que está por ver.
Penúltimas miradas de una guerra
de donjuanes trístisimos,
sin tierra.
(Luis Izquierdo)
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