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Tuesday, March 01, 2022

MEMORIA RESPIRATORIA (I)(SÁNDOR MÁRAI)

MEMORIA RESPIRATORIA (I)(SÁNDOR MÁRAI)


“El 23 de junio de 1941, dos días antes de que Budapest y el país emprendieran su camino hacia la perdición, Mólotov mandó llamar al embajador húngaro en Moscú. Mólotov le habló de forma amistosa y muy serio. En un tono cordial que los portavoces de una gran potencia no suelen emplear con representantes de naciones pequeñas, expuso sus preocupaciones y consideraciones. Dijo que según las últimas noticias, Alemania iba a atacar a la Unión Soviética en las horas siguientes (…) Ahora que Alemania se disponía a atacar a la Unión Soviética, él, Mólotov, solicitaba al embajador húngaro que advirtiera a su gobierno de que a Hungría le convenía permanecer neutral, porque el Gobierno soviético no tenía reivindicación alguna que afectará a Hungría.

Kristóffy contestó que, si bien la presión alemana amenazaba con precipitar una ruptura de las relaciones entre ambos países, él confiaba en la neutralidad de Hungría.

(…)
Se enviaron los telegramas, el embajador húngaro comunicó al Gobierno la advertencia de Mólotov y recomendó la neutralidad.

Dos días después, Hungría declaró la guerra a la Unión Soviética. Cuando Kristóffy, su familia y los miembros de la embajada lograron a duras penas volver a Hungría, el embajador se presentó ante Bárdossy, que lo recibió turbado y locuaz (…) el embajador le lanzó sin rodeos la pregunta: “ László, ¿has recibido mis telegramas” Bardossy contestó sin inmutarse: “No”. (…) Tras la entrevista, el embajador fue directamente al departamento de criptografía –aunque el protocolo no lo autorizaba a hacerlo-y comprobó que todos los cables con la advertencia de Mólotov mandados por la línea de Ankara habían llegado a tiempo. Bárdossy le había mentido. Entonces los acontecimientos se sucedieron con rapidez y una vez más con “lógica”.
(…)
Para entonces Bárdossy ya no era primer ministro, la tempestad política desatada por la extrema derecha había barrido al gobernante “burgués” y “distinguido”.
(…)
Como ese “no podía actuar de otro modo” se confundía con el destino de toda la nación, vale la pena examinar el acto de Bárdossy desde el punto de vista de qué habría sucedido si esa trágica mañana de junio el primer ministro y el regente se hubieran negado a la petición de los alemanes y no hubieran declarado la guerra a la Unión Soviética.
(…)
De todos modos en ese caso quedaría un excedente moral en la balanza del pueblo húngaro: el no haber participado en la guerra por voluntad constitucional, sino obedeciendo a la extorsión alemana. En realidad, sin embargo, ese excedente moral no habría cambiado el destino de Hungría: en virtud de los acuerdos de Yalta y Teherán, tras su victoria (…) los comisarios políticos enviados por la Unión Soviética habrían convertido Hungría en un país satélite.
(…)
Al enterarme de ello por boca de un testigo presencial, recordé aquel día, en el restaurante de Buda, cuando la gente celebraba la declaración de guerra brindando con champán; mi amigo del ministerio me había contado que poco antes el departamento de prensa de la presidencia del Gobierno había dado a los periódicos la orden confidencial de que se solo publicaran fotos que mostraran al primer ministro de perfil”.

(Sándor Márai: Lo que no quise decir. Ediciones Salamandra 2016, traducción Mária Sziij y J.M. González Trevejo)

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