JUAN LÓPEZ Y JOHN WARD
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Jorge Luis Borges
Sin ironía no hay sino impostores o, en el mal sentido de la palabra, profesores
María Zambrano (Algunos lugares de la pintura)
El templo en ruinas es el templo
perfecto
María Zambrano
(...)
Para elevarse por el aire
se dejan caer en el aire
en un aire tejido
de un azul infinito
La catedral de Estrasburgo
Es una golondrina
Se deja caer en el cielo repleto de alas
en el aire de los ángeles
Hans Arp
La Cathédrale est un coeur
Algo alcanza la categoría de ruina cundo su derrumbe material sirve de soporte a un sentido que se extiende triunfador; supervivencia, no ya de lo que fue, sino de lo que no alcanzó a ser.Por las ruinas se aparece ante nosotros la perspectiva del tiempo, de un tiempo concreto, vivido, que se prolonga hasta nosotros y aún prosigue. La vida de las ruinas es indefinida y más que ningún otro espectáculo despierta en el ánimo de quien las contempla la impresión de una infinitud que se desarrolla en el tiempo; tiempo que es el transcurrir de una tragedia que se hace por sí misma.Tiempo de un pasado que lo sigue siendo, que se actualiza como pasado y que muestra, al par, un futuro que nunca fue; caído en el ayer y que lo trasciende, que sólo puede hacerse sensible haciéndonos padecer. Y padecemos aun el futuro que nunca fue presente.
(…)
Así las ruinas vienen a ser la imagen acabada del sueño que anida en lo más hondo de la vida humana, de todo hombre: que al final de sus padeceres algo suyo volverá a la tierra a proseguir inacabablemente el ciclo vida-muerte y que algo escapará liberándose y quedándose al mismo tiempo, que tal es la condición de lo divino.
María Zambrano (El hombre y lo divino, Las ruinas)
Así el sacrificio sería pura destrucción...el último sacrificio del hombre de Occidente
MZ
Cum tempus fuerit, in altum alas erigit: deridet equum et ascensorem ejus
(Vulgata, Libro de Job, 39-18)
Pero en cuanto se alza y se remonta, se ríe del caballo y su jinete
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