LIcencia Creative Commons

Sunday, January 28, 2007




Algunas veces oigo la llamada del veery, Sometimes I hear the veery's clarion
o el canto metálico del jay,
y en los bosques apartados el chicadee
administra sus escasas notas, que cantan la alabanza
de héroes y fundan el deseo
de la virtud duradera.
Tú, oscuro espíritu del bosque, Thou dusky spirit of the wood
ave de antigua estirpe,
siguiendo tu ruta solitaria,
Un meteoro en el día veraniego,
de bosque en bosque, de colina en colina,
rasante sobre la espesura, el campo y el arroyo.
¿Qué dirías?
¿Por qué deberías frecuentar el día?
¿Qué hace flotar tu melancolía?
¿Qué valentía inspira tu garganta
y te lleva arriba por encima de la nubes
y sobre las descorazonadas multitudes humanas,
que abajo y lejos
ignoran tus apariciones?
HDT
(Traducción de Guillermo Ruiz)

Saturday, January 27, 2007

Diario, 25 de Enero de 1858

Debes amar la corteza de tierra sobre la que vives más que la dulce corteza de cualquier pan o bollo.Debes ser capaz de extraer alimento de un montón de arena.Debes tener un apetito tan bueno como este o, en otro caso, vivirás en vano.

HDT

Monday, January 22, 2007

Diario 22 de Enero de 1852


¿Por qué cambié.¿Por qué abandoné los bosques?.Pienso que no puedo decirlo.A menudo he deseado estar de vuelta.Tampoco sé por qué llegué allí.Quizás no es asunto mío, incluso si es asunto tuyo.Quizás quise un cambio.Había algo de cansancio, puede ser.A las dos de la tarde el eje del mundo cruje como si necesitara grasa, como si el buey trabajará con el carro y a duras penas pudiera llevar la carga del accidentado día.Quizás si hubiera vivido allí mucho más podría haver vivido allí para siempre.Uno debería pensar dos veces antes de aceptar el cielo en esas condiciones.
HDT

Sunday, January 21, 2007


NO CUANTOS SON LOS ENEMIGOS, SINO DONDE ESTAN (Y III)

"Lo que es valiente, lo que es noble,
hagámoslo siguiendo el alto estilo romano"
Shakespeare

Cuando mi vista se dirige a las espléndidas masas de nubes, arrojadas en tal grandeza irregular por el firmamento, siento que su poderío se cierne sobre la vulgaridad de mi ocupacion.En vano el sol de la mañana y mediodía desafía al hombre y, mientras se oculta en su fortaleza de nubes en el oeste, le reta a similar grandeza en su vida.Desde su sencillez mira a las edificaciones, minaretes y fortificaciones doradas de la ciudad eterna y está satisfecho de ser un habitante de los suburbios, en el exterior de sus murallas.En vano buscamos sobre la tierra la grandeza de Roma, para coger el guante que los cielos nos arrojan.Idomeneo no habría dudado, en la frescura de la última mañana que nos abordó, como ocasión no propicia para desplegar en ella nuestro valor.En una tarde como esta, pienso, la flota griega atracó en la bahía de Aulis.¿Como si fuera para nosotros la víspera de una guerra de más de 10 años, una lucha cuyos resultados, retiradas de Aquiles e interferencias divinas poblaría de ilíadas toda una biblioteca?.Mejor tener el espíritu de prueba de la caballería errante, y si somos tan ciegos como para pensar que el mundo no es lo bastante rico en nuestros días como para ofrecernos un enemigo al que combatir con nuestras leales espadas y mazas de doble mango, golpear y desmembrar algún irreal fantasma de nuestro cerebro.En las pálidas y agitadas nieblas de la mañana,detectándolas tempranamente, y retirándose indolentes a su estancia diurna, veo la Falsedad ocultándose del pleno brillo de la verdad, y que de buen gusto podría aprovechar su retaguardia con lo primero que encuentre a mano.Nosotros también somos criaturas insignificantes a las que el sol puede echar, y sufrir que nuestro ardor se enfríe en la misma medida que el sol aumenta.Nuestra caballería andante de corta vida busca refugio en los humos y vapores de la noche, y regresamos a encontrar la humanidad con su dócil cara que predica la paz y una no resistencia como la de la paja que va por delante del huracán.No permitamos que nuestra paz sea proclamada por la errumbre de nuestras espadas, o por nuestra incapacidad de desenfundarlas, sino que hagamos que tenga tanto trabajo en sus manos como para conservar sus espadas brillantes y afiladas.Los mismos perros que estas noches ladran a la luna desde las granjas muestran mas heroísmo que el domesticado que se proclama en todas las exhortaciones civiles y sermones de guerra de nuestra era.Aquella noche y día, que debería gravarse indeleble en los corazones humanos, hay que aprenderla en las efemérides de los calendarios.Uno no puede maravillarse de los hábitos nocturnos de la raza, que no distingue cuando termina su día y empieza su noche, porque de la misma manera que la noche es la estación del descanso, sería difícil decir cuándo acabó su tributo y cuándo empezó su descanso.

A ella no
-regresa
el Día, o el dulce avance de la víspera o mañana,
o la visión del florecimiento primaveral, o de la rosa de verano,
o los rebaños, o multitudes, o el divino rostro humano,
sino solo la nube, y la oscuridad eterna
le rodea_

Así el tiempo discurre sin época ni era, y solo por la tradición conocemos la mitad de los logros de las mañanas y las tardes.Incluso la noche se avergüenza, y deja sus lágrimas en la antesala del día, de que los hombres no se apresten a abrazarlo y cumplir, con creces, la promesa dada en la juventud del tiempo.Los hombres son una mera circunstancia para ellos mismos, en lugar de hacer que el universo sea el testigo mudo de su humanidad, y que las estrellas olviden su música de las esferas y entonen un canto elegíaco, aquel heroísmo debería haber desertado de sus filas y marchado sobre la humanidad.

No es suficiente que nuestra vida sea fácil.Debemos vivir en el límite, retirándonos a nuestro descanso como soldados en la víspera de una batalla, mirando con ardor el despuntar de la aurora."No os sentéis en los asientos populares y en el nivel común de la virtud, sino buscar hacerlos heroicos.Ofrecer no solo ofrendas de paz sino holocaustos a Dios". Para el soldado valiente, el polvo y lujo de la paz son más difíciles que las pruebas de la guerra.Como nuestros cuerpos cortejan batallas corporales, y languidecen en el clima cálido y monótono de los trópicos, nuestras almas dan lo mejor de sí en la prueba y el descontento.El alma es un maestro más sabio que el Rey Federico, porque un valor verdadero somete a nuestros cuerpos a una prueba más dura que la que un granadero podría soportar.Nosotros también somos habitantes en el exterior del campo.Cuando el sol rompe la niebla de la mañana, me parece oir el sonido de la guerra más alto que cuando su carro tronaba en las planicies deTroya.Los delgados campos de vapor se difunden sobre los bosques, forman capas extendidas donde se desarrolla un alto torneo

delante, cada carro
aparta a los etéreos caballeros y baja sus lanzas
hasta que las legión más gruesa se cierra

Nos corresponde hacer de la vida una progresión continua y no ser derrotados por sus oportunidades.La corriente que primero recibió una gota del cielo debería ser filtrada por los acontecimientos hasta convertirse en manantial de mayor pureza y extraer un sabor más divino de los accidentes que atraviesa.¿Saldrán los hombres antes que el sol y no será el amanecer tan fresco, y con tal dignidad caminarán las montañas del este hasta el valle fértil de la vida con alto y sereno vigor desplegado en el medidodía, hacia un mejor y prometedor destino?. En los rojizos colores del poniente descubro los nacientes tonos de la aurora.Para mi hermano del oeste elestá saliendo tan puro y brillante como lo fue para mí, pero la tarde solo se exhibe con el día todavía detrás, la belleza que a través de la mañana y el cénit escapó de mí.¿No es lo que llamamos la atmósfera pesada de la tarde el resultado acumulado del día, que absorbe los rayos de la belleza y se muestra más ricamente que la promesa desnuda del amanecer?.Permítasenos buscarla y que por el tributo en el calor del mediodía consigamos un poniente rico y de fuego al atardecer

No necesitamos temer que el cielo colgará pesadamente cuando nuestra tarea esté hecha, porque nuestra tarea no es el resultado de una jornada de trabajo, depués de la cual un hombre deba pensar lo que hará a continuación para ganarse la vida, sino otra que, una vez que se empieza, solo finalizará cuando nada más quede por emprender en la tierra o el cielo.El esfuerzo es la pregorrativa de la virtud.No permitamos que la muerte sea el único objetivo de la vida, el momento en el que somos rescatados de la muerte a la vida.Y dispongámonos a trabajar, si es que algo a lo que todas las cosas contribuyen puede llamarse una tarea.No sufriremos porque nuestras manos pierdan una pizca de su habilidad cuando miremos su ruin jornal, pues sabemos que nuestra empresa no puede malograrse y que nadie estafará nuestro beneficio a no ser que no lo consigamos.

Nos toca más estar presentes aquí que dejar algo detrás de nosotros, puesto que si esto último debiera ser considerado, nunca es el resultado lo que los hombres alaban sino solo el mármol o el lienzo que están en lugar de su trabajo real.La mayor y más efectiva empresa puede no tener ningún resultado apreciable sobre la tierra, pero puede por sí misma dibujar los cielos con nuevas estrellas y constelaciones.Cuando en momentos únicos todo nuestro ser se esfuerza unido, en lo que llamamos una aspiración,podemos no esperar que nuestra empresa quede en el estudio de cualquier artista.La empresa más valiente, que en su mayor parte queda al margen de la historia, la que solo quiere la sobriedad de un resultado logrado, y la incertidumenre de una empresa haciéndose,es la vida de un gran hombre.Las devociones ocasionales son enajenaciones transitorias de uno mismo, puesto que se trata de un coraje con flujos y reflujos, el alma se encuentra ausente porque su empresa se transforma en indiferencia y cobardía, mientras que la devoción de un hombre valiente consiste en su integridad temporal.

Cada golpe del buril debe entrar en nuestra propia carne y huesos, es un mero idólatra y aprendiz de artista el que lo sufre para representarlo en el mármol, porque el arte verdadero no es meramente una consolación sublime, de día feriado, que los dioses han dado a los mortales enfermizos, sino una obra maestra como la que podría producir una habitante de las tierras llanas de Asia, con sesenta y diez años por lienzo y las facultades de un hombre por herramienta.Una vida humana donde podrías esperar descubrir más que la frescura de la aurora de Guido, o la suave luz de los paisajes de Tiziano.Ninguna pobre imitación ni rival alguno en la naturaleza, sino el original restaurado del cual la obra es un mero refeljo.Para una obra maestra como esta, todos los museos de Grecia e Italia son una mera mezcla de colores y un devastamiento preparatorio del mármol.

De tal clase entoces será nuestra cruzada que mientras inclina al corazón valiente y a la lucha como actividad, más que a la insinceridad e indolencia de la paz, ofrecerá un ejemplo tanto de calma como de energía.Tan despreocupada de la victoria como sin cuidado de la derrota.No buscando alargar la duración de nuestro servicio, ni acortarlo por una retirada, sino sabiamente aplicándonos a la campaña que tenemos delante.No permitamos que nuestra guerra sea aburrida y descortés, sino que una cortesía más alta esté presente en su alta caballerosidad, pero nunca en detrimento de sus obligaciones más exigentes ni de la disciplina más severa.Que nuestro campo pueda ser una palestra donde las energías y afectos latentes de los hombres puedan ejercitarse y contender, no en detrimento suyo sino para su mutuo ejercicio y desarrollo.

¿Qué fueron Godfrey y Gonzalo sino alentamos una vida en ellos y ponemos en vigor sus empresas como preludio de las nuestras?.El pasado es el lienzo sobre el que nuestra idea se dibuja, el borroso proyecto de nuestro campo futuro.Estamos soñando que hacer.Creo que oigo el sonido de la trompeta y el golpe de la coraza y escudo desde muchos rincones silenciosos del alma.El disparo de salida hace mucho que sonó y todavía no estamos en nuestras marcas.Permítasenos la premura de la mañana y la demora de la tarde.

HDT
Thoreau escribió "The Service" en 1840 (tenía entonces 23 años) y lo remitió a "The Dial" para su publicación.Fue rechazado por Margaret Fuller y no fue publicado en vida de Thoreau.Esta traducción sigue la versión inglesa publicada por The Library of America (Thoreau Collected Essays and Poems)

(Traducción de Guillermo Ruiz)

Dedicado a la memoria de Gonzalo Ruiz Ruiz
Lo que vive se conmemora a sí mismo


Este trabajo de traducción está sujeto en cuanto a su utilización a la licencia "creative commons".Está permitido su uso para fines no comerciales, con la condición de atribución a su autor.Los términos de la licencia pueden consultarse en http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/1.0/

Saturday, January 13, 2007

EL SERVICIO

¿QUE MUSICA TENDREMOS? (II)

Cada nota que oigo más melódica
me trae este reproche,
que solo presta el oído,
quien debería ser la música.

El hombre valiente es el único patrón de la música.La reconoce como su lengua materna.Una lengua más dulce y articulada que las palabras, en comparción con la cual el habla es reciente y transitoria.Ella es su voz.Su lenguaje debe tener la misma cadencia y majestad de movimiento que la que la filosofía atribuye a las esferas celestes.El flujo sereno de su pensamiento transforma el tiempo en música.El universo cae en ella y marcha al unísono, cuando antes seguía su curso solo y disonante.Aquí son la poesía y el canto.Cuando la valentía creció temerosa y fue a la guerra , se llevó a la música consigo.El alma todavía se deleitaba al oir el eco de su propia voz. Especialmente,el soldado insiste en el acuerdo y la armonía siempre.Para asegurarlos él se pone al margen.De hecho, es esta camaradería bélica la que la hace noble y heroica.Fue el oscuro sentimiento de una amistad para el alma mas pura que el mundo ha visto, lo que dio a Europa una era de lucha.La guerra no es sino la necesidad de la paz.Si el soldado marcha al fondo de una ciudad, debe ser precedido por el tambor y la trompeta, qie identifican su causa con el acorde universal.Todas las cosas devuelven entonces el eco de su propio espíritu, y el territorio hostil es tomado previamente por él.No se encuentra aislado sino infinitamente vinculado y familiar.La llamada a filas pronuncia para él todas las fuerzas de la naturaleza.

Hay tanta música en el mundo como virtud.En un mundo de paz y amor la música sería el lenguaje universal y los hombres se darían las gracias en los campos con dicho canto, como Bethoven ahora suena en raros intervalos desde la distancia.Todas las cosas obedecen a la música de la misma manera que obedecen a la virtud.Es el heraldo de la virtud.Es la voz de Dios.En ella están las fuerzas centrípetas y centrífugas.El universo solo necesitó oir una melodía divina, que cada estrella ocupara su propio lugar, y asumiera su verdadera esfericidad.Ella produce una abundancia arrolladora sobre la cosa más ruin, cabalgado sublime sobre la cabeza de los sabios, y suavizando el polvo de la filosofía.Cuando la escuchamos somos tan sabios que no necesitamos conocer.Todos los sonidos, y más que todo, el silencio, es flauta y tambor para nosotros.El mínimo crepitar despierta todos nuestros sentidos y emite una luz trémula, como la aurora boreal, sobre las cosas.Como la pulimentación descubre la vena en el mármol, y la veta en la madera, la música arroja fuera lo que heroico yace en cualquier lugar.Es tanto un sedante como un tónico para el espititu.Leo que "Platón piensa que los dioses nunca dieron la música a los hombres, la ciencia de la melodía y la armonía, para su mera delectación o la complacencia del oído, sino para que las partes discordantes de las circulaciones y bella fábrica del espíritu, y aquella parte que ronda por el cuerpo, que muchas veces por apetito de tono y aire irrumpen con muchas extravagancias y excesos, pudieran ser dulcemente reconducidas y sabiamente recompuestas a su equilibrio y acorde previos".

Un repentino estampido de un cuerno nos conmociona como si hubiéramos provocado a una bestia salvaje.Admiramos su irreflexión, que se arriega a despertar los ecos que luego no pueden ser calmados.El sonido de una trompeta en la calma de la noche envía su voz a las lejanas estrellas y las dirige a un nuevo orden y armonía.Al instante encuentra un conjunto que resuena en los cielos.Las notas destellan en el horizonte como el rayo, acelerando el pulso de la creación.El cielo dice: ahora esta es mi propia tierra.
Para el espíritu sensitivo el universo tiene fijados su propia medida y ritmo, que es también su medida y constituye la regularidad y salud de su pulso.Cuando el cuerpo marcha con la medida del alma entonces halla su verdadero coraje y fuerza invencible.

El cobarde reduciría esta encantadora música esférica a un lamento universal, este canto melódico a un canto nasal.El piensa conciliar todas las influencias hostiles forzando a sus vecinos a un acuerdo parcial, pero su música no es mejor que un entrechocamiento metálico y discordante que vuelve regularmente.El sopla un débil aire de una melodía pobre, porque la naturaleza no puede tener la misma simpatía con su espíritu que aquella que tiene con la melodía alegre en sí misma.Por ello no oye ningúna nota acorde en el universo, y es un cobarde, es decir un hombre que conscientemente se ha puesto al margen y ha desertado.Pero el hombre valiente, sin tambor ni trompeta, fuerza el acuerdo en cualquier sitio por la universalidad y eufonía de su espíritu.
No se le permita al que tiene fe temer que no tiene oído para la más cambiante y escondida armonía de la creación, si está despierto a la más mínima medida de la virtud y la verdad.Si su pulso no golpea al unísono con los acordes y repeticiones del músio, tiene sincronía con el latido del pulso de las edades.

La vida de un hombre debería ser una marcha decidida a una música no oída y, cuando a sus compañeros les parece irregular y no armónica, el estará caminando a una medida más viva, que solo su mejor oído puede detectar.Nunca habrá un alto, sino a lo sumo la marcha a su puesto, o una pausa tal que es más rica que cualquier sonido, cuando la melodía más profunda no sea oída, sino implícitamente abrazada con toda su fuerza y todo su ser.Nunca dará un paso en falso, incluso en las circunstancias más arduas, porque entonces la música no fallará en sonar con el volumen y distinción necesarios para regir el movimiento que ella acompaña.

Henry David Thoreau
escribió "The Service" en 1840 y lo remitió a "The Dial" para su publicación.Fue rechazado por Margaret Fuller y no fue publicado en vida de Thoreau.Esta traducción sigue la versión inglesa publicada por The Library of America (Thoreau Collected Essays and Poems)

(Traducción de Guillermo Ruiz)

Este trabajo de traducción está sujeto en cuanto a su utilización a la licencia "creative commons".Está permitido su uso para fines no comerciales, con la condición de atribución a su autor.Los términos de la licencia pueden consultarse en http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/1.0/