Quizás no es en vano que cada invierno el bosque es traído a
nuestras puertas cubierto con liquen. Incluso en una forma tan modesta como una
pila de leña contiene sermones para nosotros.
HDT
Diario 26 de septiembre de 1852
“En una ocasión un poeta casi lo consigue, aunque en otro contexto:
“El extraño fósforo de la vida, carente de nombre, bajo una antigua denominación
falsa.”
Así que ahora estoy sentado en medio de lo que no tiene
nombre, el verde fósforo del árbol, y me
veo rodeado de multitud de impenetrables denominaciones falsas. Si vine aquí
fue solo para asegurarme, y no para tratar de describir nada, ya que no puedo
hacerlo. Si lo hiciera, únicamente conseguiría emplear apelativos artificiales
y falsos. Quería estar seguro de que lo que he escrito no es una mera
elucubración, la alucinación de un extenso estudio, algo producido “in vitro”, tan epifita respecto a la realidad
como los helechos respecto a las ramas que se extienden sobre mi cabeza.
Todo esto, esta ausencia de nombre se produce independientemente
de toda nuestra ciencia y de todas nuestras manifestaciones artísticas, ya que
su secreto consiste en ser, no en decir. Para nosotros, esta realidad resulta
inmensamente valiosa dado que no se puede reproducir, y su existencia solo
puede ser aprehendida por otro ser que se encuentre presente ante ella, a
través de sus propios sentidos y su propia conciencia. Cualquier otra
experiencia de la misma que se celebre por medio de un duplicado o una réplica,
por medio de una imagen concreta, de una palabra “ajardinada”, a través de otros
ojos y de otra mente, la traiciona. La elimina. Y es aquí donde se encuentra el
consuelo de la naturaleza, su mensaje que se extiende mucho más allá del
estricto universo particular del bosque de Wistman. Únicamente de una manera
personal, de una manera directa, podemos llegar a conocer la realidad natural
en su propio presente. Nadie puede comprenderla a través de otro. Ni siquiera
parcelándola. Sólo se puede llegar a ella
a través de uno mismo. Cada uno por sus propios sentidos. Y esto es algo
que todavía tenemos que asimilar: esa inalienable alteridad de cada ser, humano
o no humano, que puede parecer una prisión, pero que es en el fondo, en lo más profundo
de esos millones de árboles metafóricos por los que no podemos ver el bosque, la
justificación y la redención.”
John Fowles (El árbol, traducción Pilar Adón)
all that I do not know
I have lost none of it
W.S. Merwin, from The Shadow of Sirius, 2009, published by Copper Canyon Press
Diario 26
de Septiembre de 1852
Los crecientes tintes amarillos y rojos alrededor del soto y
el río me recuerdan la apertura del brote de una flor más vasta; ellos son los
pétalos de su corola, que tiene la anchura de los valles. Es la flor del otoño,
cuyo brote expansivo empieza a despuntar.
HDT
(Primera vez aquí, 7 de octubre de 2012)
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