Ilustración de Stephane Poulin: I am a dreamer (utilizada como cubierta del libro "Venganza tardía, Tres caminos a la escuela", de Ernst Jünger.Tusquets Editores. Barcelona 2009. Traducción de Enrique Ocaña)
29 de marzo de 2020: 125 aniversario del
nacimiento de Ernst Jünger, autor de "Der Waldgang" (La emboscadura,
1951)
Jünger
menciona la orden dictada personalmente por Goebbels -a todos los medios de
comunicación alemanes-, prohibiendo que hiciesen mención de su quincuagésimo
cumpleaños el 29 de marzo de 1945, como la única “distinción” a la que él
otorgaba valor
75
aniversario de la orden y del 50 cumpleaños
(…) la cuestión es
siempre que hacemos con la salud. Es un talento que nos ha sido entregado, como
en la parábola evangélica para que negociemos con él. Por lo demás, lo único
importante en la salud es lo que en ella es símbolo, parábola. En ella ha de haber
una pizca de aquella otra salud que nos ayuda a vencer la última enfermedad.
Esa otra salud es la que se refleja en el rostro de los convalecientes y
también de los moribundos.
Ernst Jünger (24 de
enero de 1947)
El milagro es la
sustancia de la que se alimenta la vida.
(Ernst Jünger,
Radiaciones, 5 de mayo de 1943)
“La de Thoreau es seguramente una de las más genuinas
defensas de la libertad individual”
(Ernst Jünger, Los titanes verdaderos. Península 1998, página 73)
(Ernst Jünger, Los titanes verdaderos. Península 1998, página 73)
(Aquí 10/04/2010)
Su diario es
literatura nueva, de la cual puede decirse, hablando en términos muy generales,
que su nota específica está en que el espíritu se aparta del objeto, en que el
autor se separa del mundo. Esto conduce a una multitud de descubrimientos. De
tal mundo forman parte la observación cada vez más cuidadosa, la consciencia
fuerte, la soledad y, por fin también el dolor.
(Ernst
Jünger, Prólogo a Radiaciones I)
La escuela sigue pesando
sobre mí con mucha más intensidad que el ejército
(Pasados los setenta II)
“Retuvo aquellas palabras
literalmente, sin entenderlas, pero fueron madurando en su memoria. He aquí una
peculiaridad de su talento: en su conciencia podían sembrarse palabras como
semillas que tardan años o décadas en germinar.
-Señor comandante-oyó decir
Wolfram al doctor-. No hay por qué temer un brote epiléptico; aunque el caso de
su hijo presente algunas similitudes con la epilepsia, podemos descartarla. Se
trata más bien de ausencias en estado puro, sin duda extraordinariamente
intensas. Sospecho que guardan relación con un desarrollo intelectual de una
intensidad igualmente extraordinaria. En este sentido podría interpretarse
incluso como un indicio favorable, si bien debemos actuar con cautela. Sea como
fuere, señor comandante, puedo tranquilizarle al respecto, aunque sin garantías
absolutas: nos las vemos con una crisis transitoria que, ojalá sea así,
encontrará una conclusión favorable.
Y Wolfram oyó responder a su
padre:
-Señor doctor, no sé cómo
agradecérselo. Nos habíamos temido algo más grave; sin embargo, no bajaremos la
guardia. Solo me preocupa mi traslado, esta vez a China, al batallón de marina.
Wolfram se mudará a casa de sus abuelos, donde no me cabe duda de que estará en
buenas manos, sobre todo si usted sigue prestándonos su apoyo y sus consejos. No
debemos perder la esperanza, aunque naturalmente no podemos estar detrás de él
cada vez que suba las escaleras”
(…)
Pero entonces, como si se
hubiera roto un dique, algo inaudito fluyó en él con la fuerza de un torrente. Se
puso de pie y dijo (antes de que otros presentaran sus acusaciones):
-Señor profesor, ¿tiene uno
al menos el derecho a defenderse?
Y cuando Corax le miró como a
un monstruo marino, continuó:
-¿Debo defenderme como Cicerón
o como Sócrates?-Y sin esperar la respuesta añadió-: Comenzaré con Cicerón, por
lo tanto jurídicamente, y he de lamentar que al entrar en esta clase no fuera
informado sobre qué debía hacer o dejar de hacer aquí. Así se me escapó que Werner
(el hijo del fabricante) pertenecía, por decirlo de alguna manera, a una
especie natural protegida. Por otra parte, yo considera antipedagógica su
protección: cuando se tiene un padre tan rico, conviene rodearse de masajistas
y maestros de esgrima. Incluso el puñetazo que le he propinado en las costillas
le vendrá bien.
Y ahora le toca el turno a
los otros: confieso que los he zurrado sin motivo alguno, y no me queda más
remedio que disculparme.
Mientras esa fuerza inaudita fluía
en su interior, Wolfram había ido avanzando poco a poco y se había vuelto hacia
la clase; entonces se subió al pupitre. Corax hizo un ademán con el brazo como
si quisiera impedirlo, pero fue en vano. Wolfram prosiguió:
-Ahora en mi defensa apelo a
Sócrates, y por una buena razón. Sócrates se cuenta entre mis visitantes nocturnos,
aunque él no pretenda socratizarme. Nada más ajeno a su naturaleza.
-Al oír esto, el doctor Corax
alzó la mano con un gesto de desagrado, como si no lo entendiera o no quisiera
entenderlo.
“Sócrates llega y se sienta a
mi lado. Me pregunta: “¿Qué estás leyendo?. Esto ya me resulta desagradable. Mi
abuelo también insiste en esta e suplementaria. Y además me obliga a trazarla
con una cerda.
Yo le respondo: “Leo a Karl
May”. Sócrates dice: “Eso es excelente; cada pueblo tiene a su Heracles. Con el
tiempo, cae en decadencia; antaño era Siegfried, hoy es Old Shatterhand. Pero
siempre hay alguno esperando su turno”
Así es como converso con Sócrates.
Pero eso no quiere decir que nuestro tutor no le caiga bien. Sólo que lo
considera una nulidad como pedagogo.
En la clase reinaba el
silencio; Corax ni siquiera se había movido. Wolfram recogió sus libros y salió
para siempre. Su padre le mandó a Arosa, porque para colmo, había cogido una
pulmonía. Se desconoce su posterior destino”
(Venganza tardía. Späte Rache.)
Extraño sueño hoy: todos tus exámenes estaban por fin aprobados
No comments:
Post a Comment