LOS #AGRICULTORES Y EL #LABERINTOESPAÑOL
— Guillermo Ruiz Zapatero (@ruiz_zapatero) February 8, 2024
Nuestras élites sostienen hoy lo que #Brenan ponía en boca del anarquismo rural:
"cuando llegase la era de la libertad, los hombres se alimentarían de alimentos crudos cultivados con sus propias manos"
Para ellas el "campo" es sucio pic.twitter.com/ygkeSCPd67
Ganadera extremeña habla sobre las movilizaciones:
— Agenda 2030 ᴾᵃʳᵒᵈʸ (@Agenda2030_) February 9, 2024
"El 90 por ciento de las personas que nos estamos manifestando tenemos parcelas pequeñas. Están intentando dividirnos para que no empaticemos entre nosotros. Quieren machacar una lucha legítima".pic.twitter.com/KAxdZpvIjX
LOS AGRICULTORES Y LOS FANTASMAS DE MAO Y STALIN (FARMERS AND THE GHOSTS OF STALIN AND MAO)
https://t.co/qhbVKttIuI
— Guillermo Ruiz Zapatero (@ruiz_zapatero) January 10, 2024
LOS #AGRICULTORES Y LOS #FANTASMAS DE #MAO Y #STALIN
Las élites occidentales buscan hoy, como Mao y Stalin, prescindir de los agricultores, sus economías y conocimiento@JuanviPalleter https://t.co/vM9xe915aa
El libro "Etnología y Utopía" (1971) de Gustavo Bueno puede leerse en 2024, cuando se celebra el centenario del nacimiento del autor calceatense, en una clave ligeramente distinta: no la de la etnología y la regresión a la época feliz de la Barbarie, sino la de la "ecología" y la regresión a la época feliz de la "huella ecológica" cero, del estado estacionario de la sociedad sin polución e inmaculada, en la que la civilización humana no interferirá ya con la Naturaleza, sino que se mantendrá en armonía con los ciclos naturales de Gaia.
Lo primero que hay que decir sobre ello es que dicho estado es también una idealización en la historia humana, salvo para las sociedades sin historia estudiadas por la Etnología.
Nosotros estamos en la Historia del Presente Universal. Y el mismo no puede revertirse ya -salvo catástrofe- a las sociedades sin agricultura.La historia está vinculada al surgimiento de la agricultura y de las técnicas agrícolas y sencillamente es una utopía, en el peor de los sentidos, considerar que es posible -y lícito- que el campo mantenga una homeostasis natural (sin emisiones, sin residuos, sin energía de fuentes "no renovables", etc) que no se cumple en ninguna otra parte y- lo que es más importante- sobre la que no se dirige la atención hacia ninguna otra parte (cultura depredadora, consumos en la ciudad, residuos urbanos, energías "sucias", guerras, etc).
Como ha sucedido ya en la historia que conocemos, la culpabilización del campo y de los agricultores ha sido profusamente utilizada en el pasado. En especial en las transformaciones revolucionarias del siglo XX, que aspiraron a suprimir a la "clase agrícola" por encontrarse fuera de la historia. Stalin y Mao son dos figuras claves en este sentido.
El "socialismo" pensó que las "clases agrícolas" podían ser sacrificadas en el altar de la revolución y de una nueva organización de la producción agrícola no vinculada a la propiedad individual de la tierra (colectivización). Dichos experimentos constituyeron trágicos fracasos y dieron lugar a hambrunas sin precedentes.
El modelo "comunista" del crecimiento cero por razones ecológicas fue defendido por Wofgang Harich.
En el laberinto europeo y mundial actual, el sacrificio del campo estaría dirigido - de manera no explícita- a un nuevo movimiento de "enclosures", que estuvieron en el origen de la revolución industrial -"contaminadora"- y del capitalismo en el campo. Los "enclosures" de las tierras comunes ("commons") tuvieron por objeto expulsar a los que vivían del campo al nuevo régimen del trabajo asalariado en la ciudad. Esta fue una de las principales fuerzas conductoras de la revolución industrial, tal y como documentó magistralmente Edward P. Thompson en su obra The making of the english working class.
En el mundo occidental del presente, la expulsión de la tierra de quienes actualmente trabajan en ella -los agricultores propietarios- solo podría tener las siguientes fuerzas motrices y objetivos sociales y políticos:
1) Una nueva revolución capitalista en el campo occidental europeo, no centrada en la maquinaria y medios sino en la propia propiedad de la tierra, concentrada en manos de "capitalistas transversales" (por usar una terminología grata, en otro sentido, a algunos políticos) : capitalistas de la tierra, de la industria, de las finanzas y de la cultura. Los casos habitualmente citados de adquisiciones de importantes propiedades fundiarias no son casualidad (uno paradigmático, por muchos motivos, es el de Bill Gates), como no lo serían los vinculados a algunos de los actuales territorios objeto de conflictos bélicos (Ucrania).
2) Un desplazamiento transitorio de una parte importante la producción agraria a otras zonas de influencia históricamente más atrasadas y más flexibles en materia de regulación, contaminación, salarios, calidad, etc.
3) La consideración de que la entera agricultura occidental podría ser reconstruida desde cero, no mediante la colectivización de la tierra sino mediante la concentración de la propiedad de la tierra y la completa salarización del empleo agrícola desvinculado ya de la propiedad de la tierra.
Todos los movimientos actuales en España y en Europa responden de una forma u otra a lo anterior y. habría que decir, nos parece, que los agricultores perciben de forma correcta que lo que está en juego es su supervivencia y actual modo de vida, mantenido no sin cambios durante generaciones.
Frente a lo anterior, parece claro que el actual equilibrio de poder occidental en Europa dependiente de las clases agrícolas solo puede derrumbarse trágicamente si prospera la agenda de la transformación desde cero de la agricultura occidental en Europa. Sin poder excluir tampoco que dicho derrumbe afecte a graves carestías de producción y suministros.
Teniendo en cuenta lo anterior, la agenda política de la transformación del campo, cubierta con la hoja de parra de la "ecología" pura, representa seguramente una de las zonas de choque más fuertes de la coyuntura política, económica y social.
Y sí, nuestros sindicalistas y políticos tampoco se enteran de ello o no quieren hacerlo.
Es pertinente, por ello, intentar quitar todas las hojas de parra, y poner en el centro del inexistente debate algunas de las cuestiones cruciales:
l) ¿Hay motivos para considerar que una nueva revolución capitalista no nacional en el campo fuera a comportarse mejor en términos de producción, seguridad alimentaria, contaminación, concentración mayor del poder político y económico? Ninguno en nuestra opinión, sino al contrario.
2) ¿El sector agrario en su actual y precario equilibrio debería considerarse estratégico a nivel nacional en la actual coyuntura europea e internacional ? Sí, sin duda.
3) ¿Los agricultores europeos a veces enfrentados entre ellos tienen - en el ámbito de la UE- más posibilidades de responder a la agenda no explicitada tendente a su sustitución a nivel europeo? Parece evidente que sí, pero nada garantizaría una consideración del campo como activo estratégico a nivel europeo.
4) ¿ La "austeridad" exigida a los agricultores en todos los ámbitos no debería ser trasladada -cuando esté justificada- a los hábitos de los consumidores? Sí, sin duda. El consumidor no solo es el "pagano" sino también el eterno inocente por inconsciencia de todos los desequilibrios, apuntados o no.
No es, por ello, casualidad que el libro de Bueno contenga un capítulo titulado "Un modelo dialéctico para la formulación de las clásicas oposiciones entre la ciudad y el campo", con la conclusión siguiente:
"Esta dialéctica del desarrollo de las ciudades, como proceso objetivo "inconsciente" en la escala de las ciudades empíricas, corresponde a la conjunción de dos efectivas tendencias contrapuestas:
1) La tendencia de cada ciudad a "encerrarse en sus murallas", a erigirse en "centro del mundo", a considerar a los demás como "campo", "provincia" inexistente en una determinada tabla de valores. La ciudad se concibe como un Todo.
2) Pero también, a la real inmersión de cada ciudad en un flujo de relaciones que determinan a a cada ciudad como una parte,como un eslabón especializado en un conjunto (ciudades de consumo, de producción, militares, etc.).
La reiteración del circuito en el que consiste el modelo Mc (modelo cíclico), nos permite utilizarlo como como esquema del propio proceso histórico milenario, en la medida en que este proceso se contempla desde la dialéctica de las relaciones entre el campo y la ciudad (la naturaleza dialéctica de este modelo se corrobora por la observación siguiente: el modelo contiene en sí mismo como una posibilidad interna, los episodios de destrucción de ciudades concretas aK, al margen de la desaparición de la "ciudad" en general)."
Por último, hoy resulta igualmente válida la advertencia del citado autor en la introducción de su libro:
"No influye más una masa lanzada violentamente sobre un cuerpo que camina en su misma dirección y sentido, que sobre otro que marchaba en dirección diferente, e incluso en sentido opuesto, pero a quien el choque le determina a tomar un nuevo rumbo"
Asistimos a ese choque de "placas" en Europa y en España y el campo -nacional y europeo- es un escenario "estratégico" del mismo. Se trata de un desafío vital o existencial.Cuando llegue, si llega, una era de mayor libertad, los hombres no se alimentarán de alimentos crudos cultivados con sus propias manos.
Y los "capitalistas transversales" actuales tampoco van a cultivar alimentos.
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