SALMO DE LAS ROSAS
Hubo un tiempo en que yo creí perdido todo.
Pero vuestra constancia no se enteró siquiera
y seguisteis viniendo a acariciar mi frente
y a decirme que el mundo seguía estando intacto.
Surgís difícilmente lentas, de dentro a afuera
(...)
¿Qué decís, qué decís, bocas de Dios infantes?
¡Cuánto trabajo os cuesta pronunciar la palabra
oliente y no entendida!
(...)
Os tengo en mi recuerdo lo mismo que en un libro,
evocándome mayos, muchachas y ciudades,
al hallaros de pronto , cuando paso las hojas.
Voy contando mis años por relevos de rosas.
De rosas repetidas, de eternidad de rosa
que me animan, diciéndome que el Señor sigue en pie.
José María Valverde (De Hombre de Dios (1945))
ORACIÓN POR VOSOTROS LOS POETAS
(...)
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestro cuerpo lo quema una llama celeste;
si miramos, es sólo para verterlo en voz.
(...)
Tú no has hecho tu obra par hundirla en silencio,
en el silencio huyente de la gente afanosa;
para vivirla sólo, sin pararse a mirarla...
Por eso nos has puesto a un lado del camino
con el único oficio de gritar asombrados.
En nosotros descansa la prisa de los hombres.
(...)
Solamente nosotros sentimos tu regalo
y te lo agradecemos en éxtasis de gritos.
... Tu que cuidas los pájaros que dicen tu mensaje,
(...)
Tú nos darás en Ti el Todo que buscamos;
nos darás a nosotros mismos, pues te tendremos
para nosotros y no para cantarte.
José María Valverde (Idem)
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