DUALIDAD
Así
Dios creó al hombre en su
propia
imagen, en la imagen de Dios
lo
creó; hombre y mujer
los
creó
I
Amar es sufrir-lo supe
la primera vez
que te pedí tu amor?
No lo sabía. Aun así hasta
que no lo supe, no pude saber lo que
pedí, o di. Di
un sufrimiento que tomé: tuyo
y mío, mío cuando tuyo;
y el tuyo es el que más he temido.
II
Qué puede llevarnos más allá
de este conocimiento, para que tú
nunca desees deshacer nuestra vida? Porque si tú
lo desearas así, yo también debería,
y amantes todavía no nacidos
a los que estamos alcanzando
con amor, volveríamos a esta
página, y la encontraríamos vacía.
III
He temido ser desconocido
y ofender-Debo hablar,
entonces, contra el miedo
del habla. Qué, si escuchando,
no tienes respuesta,
y la desesperación de la mente
anula la esperanza del cuerpo?
La vida en el tiempo puede justificar
cualquier conclusión, cuando
nuestra voluntad es concluir.
IV
Mírame ahora. Ahora,
después de todos los años, mírame
no tengo ninguna belleza aparte
de la que hemos sido
y hecho. Mírame
con la mirada que la ira
y la pena te han enseñado,
la mirada en la que nada
es guardado ni retenido.
V
Me miras, me das
una luz, que recibo y devuelvo,
y somos sostenidos, y todo
nuestro tiempo es sostenido.
En esta mirada que toca-este toque,
que, presionado contra el contacto
que retorna en la oscuridad,
es casi visión. Ardemos
y vemos por nuestra propia luz.
VI
Ojos mirando en los ojos que miran
en los ojos, tacto que ve
en la oscuridad, recuerdan el Paraíso,
nuestra verdadera casa. La imagen de Dios
nos llama para sí misma. Nos movemos
con impulso que no es nuestro,
luz sobre luz, día
y noche, ondulación como dos árboles
Ondulan al mismo viento.
VII
Permítasenos no alcanzar ninguna conclusión,
sino la de nuestros cuerpos que arden
en el tiempo sin medida. El cielo
y la tierra nos dan esta noche
en la cual nos hablamos de
un Reino por venir, diciendo
su secreto, sus nombres silenciosos.
Somos palabras encarnadas,
la alegría proferida del otro.
VIII
Unidos en nuestro movimiento mortal
llegamos a la resurrección de las palabras, se alzan
en nuestras bocas, liberadas
de daños, errores y mala suerte.
En sus nuevas claridades
la hoja brilla, el aire
limpia, las sílabas de agua son
claras como estrellas en el aire nocturno.
IX
Llegamos, no vistos, en la oscuridad,
a la gran fiesta de los amantes
donde nada es retenido.
Que estamos allí lo sabemos
por el tacto, por visión interior.
Todos están aquí, quienes
reciben dando, recibiendo
dan, quienes por su vida
aman, y por su amor viven.
WB
(from
Entries)
(traducción Guillermo Ruiz Zapatero)
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