Diario 20 de Octubre de 1857
P.M. A Easterbrooks Country
Había avanzado solo un poco en el viejo camino Carlisle
cuando ví a Brooks Clark, que tiene cerca de 80 años y está doblado como un
arco, apresurándose, descalzo como habitualmente, con una hacha en la mano. Quizás
se apresuraba como consecuencia del viento frío en sus pies desnudos. Cuando me
alcanzó, ví que además del hacha en una mano tenía sus zapatos en la otra,
rellenos de nudosas manzanas y un petirrojo muerto. Se paró y habló conmigo
unos momentos. Dijo que teníamos un noble otoño y podíamos esperar algo de tiempo
frío. Le pregunté si había encontrado el petirrojo muerto. No, dijo, lo
encontró con su ala rota y lo mató. También añadió que había encontrado algunas
manzanas en el bosque y que como no tenía nada para llevarlas las puso en sus
zapatos. Eran unos recipientes singulares para llevar fruta en ellos. Cuántas
llevaba a lo largo y hacia la parte de los dedos no lo sé. También me di cuenta
de que llevaba sus bolsillos llenos de manzanas. Su viejo y remendado abrigo
caía colgando a tiras hacia sus piernas, de la misma manera que sus pantalones
a la altura de sus pies desnudos. Parecía haber estado a la intemperie en una
exploración, esta tarde racheada, para ver que podía encontrar, como el chico más
joven. Me agradó ver a este viejo y animado hombre, con tan ligero asidero en
la vida, casi doblado por la mitad, disfrutando así las tardes de su vida. Lejos
de mí denominar tal cosa avaricia o penuria, esta delicia infantil de encontrar
algo en los bosques o campos y llevarlo a casa en una tarde de octubre, como un
trofeo a añadir al almacén para el invierno. Oh no, era feliz de ser el
pensionista de la
Naturaleza todavía, y de picotear su vida como un pájaro. Mejor
este petirrojo que tu pavo, sus zapatos llenos de manzanas que tu barril repleto,
ellos serán más dulces y sugieren una historia mejor. Como una vieja ardilla
brincando a su agujero con su nuez.
El ánimo de este viejo hombre valía por un millar de los
sacramentos y “memento mori” de la iglesia. Era mejor que un ánimo de plegaria.
Me prueba que la vejez puede ser tan tolerable, tan feliz, como la infancia. Me
agrada tener ocasión de sospechar que esta tarde no estuvo trabajando sino
viviendo del mismo modo que yo (aunque él no explicó el hacha), que hubiera
estado en la naturaleza para ver que tenía par él, y ahora apresurándose a casa,
a una madriguera que conoce, para calentar sus viejos pies.Si hubiera sido un hombre joven probablemente habría tirado
sus manzanas y se habría puestos sus zapatos cuando me vio, por vergüenza. Pero
la vejez es más viril, ha aprendido a vivir, tiene pocas disculpas, como la
infancia. Este parece un hombre viril. Lo conocí con unos pocos años
construyendo un muro de piedra con sus manos, descalzo.
Warren Brown, propietario de Easterbrooks, la parte oeste
del camino, está recogiendo agracejos .Dice que el suelo es aquí excelente para
la fruta, pero que es tan rocoso que no tiene paciencia para ararlo. Esta es la
razón por la que no está cultivado.
También estaba Melvin recogiendo agracejos y nueces. Había
cogido dos cestas, cada una en una mano, y su zurrón, que colgaba de su cuello,
todo lleno de nueces y agracejos y su boca llena de tabaco. Hazle caso para
encontrar donde crecen las nueces y frutos. El caza todo el año y marca los árboles
y arbustos que están más poblados, y cuando llega la estación abandona sus
escopeta, aunque no su perro, en su casa, y lleva sus cestas al corro.
¡Qué sitio tan rico y salvaje los Easterbrooks Country!. Ningún
campo cultivado en él y aun así deleita a todas las personas naturales y
alimenta a más. Tales tramos rocosos y húmedos, que alejan al granjero, son
calificados como tierra no mejorada, y por ello valen poco, pero piensa acerca
de los miles de huckleberries, agracejos y manzanas salvajes, tan valiosos, en
flor y en fruto, recurso de los hombres y de las bestias. Clark, Brown, Melvin
y los petirrojos, estos, al menos, fueron atraídos aquí esta tarde.
Wesson está tan gotoso que raramente sale de casa, y es un
espectáculo en la calle. ¡Pero todavía ama contar sus viejas historias!. Como
cuando estaba esperando disparar a sus patos, y estaba justo a punto, y una
ardilla roja hizo sonar la alarma, chickaree,
chickareee, chickaree, y los patos se fueron, pero él volvió su escopeta
hacia la ardilla para vengarse.
HDT
(traducción Guillermo Ruiz)
“El proceso de traducción encierra en el fondo todo el
secreto de la explicación humana del mundo y la comunicación social. Traducir
es una unidad indisoluble de anticipación implícita, avance global del sentido
y fijación explícita de lo así anticipado. Todo lenguaje tiene algo de este
tipo de anticipación y fijación.”
(Hans-Georg Gadamer, ¿Hasta qué punto el lenguaje preforma
el pensamiento? (1973), traducción de Manuel Olasagasti)
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