Algo viejo aquí. Tan viejo como la cobardía (“El cobarde nació un día demasiado
tarde, porque nunca ha llegado a la altura del momento actual (…) Es un
no-propietario-un esclavo-):
DIARIO 22 DE JUNIO
DE 1840
Lo que un hombre sabe, eso hace. Cuando somos perturbados
por el vicio expresamos una simpatía vinculada a él. La seca podredumbre, la
herrumbre y el tizón no perturban a ningún hombre porque ninguno está sujeto a
ellos.
HDT
(Traducción Guillermo Ruiz)
El cobarde sabe y hace su cobardía
31. He sabido que
el mundo no se ha de dividir entre buenos y malos, sino entre cobardes y no
cobardes. El 95 por ciento de los cobardes, ante una débil amenaza, son
capaces de cualquier villanía, de vilezas mortales.
QUÉ HE VISTO Y COMPRENDIDO EN LOS CAMPOS
Algo más reciente aquí:
Nuestros oradores podrían aprender
mucho de los Indios. Destacan por su precisión- nada se deja a las
terminaciones abiertas. Ellos exponen más de un sentido para evitar los
malentendidos.
HDT
Diario 1 de Enero de 1854
(traducción Guillermo Ruiz)
Para poder hacer eso uno debe
primero querer evitar los malentendidos y no buscar sacar partido de ellos.
Observado en el río (hoy 5 de
Mayo de 2013) los amentos amarillos de los abedules de la orilla. Primero los
tomaste por hojas, y te extraña su color dada la estación. El efecto luminoso,
contra el cielo azul, recorta un instante dorado que luego la imaginación
persigue en vano. No son los abedules amarillos de los que habla Thoreau el 5
de Mayo de 1859, pero más tarde también recuerdan su metáfora: “Grandes
candelabros vegetales que se yerguen en el soto”.La primaveral vida resucitada
del soto, el producto de sus venas de oro.
Journal May 5 1859
Am struck by the beauty of the yellow birches,
now fairly begun to be in bloom, at Yellow Birch, or Botrychium, Swamp. It is
perhaps the handsomest tree or shrub yet in bloom (apparently opened
yesterday), of similar character to the alders and poplars, but larger and of
higher color. You see a great tree all hung with long yellow or golden tassels
at the end of its slender, drooping spray, in clusters at intervals of a few
inches or a foot. These are all dangling and incessantly waving in the wind, —a
great display of lively blossoms (lively both by their color and motion)
without a particle of leaf. Yet they are dense enough to reveal the outline of
the tree, seen against the bare twigs of itself and other trees. The tassels of
this one in bloom are elongated to two or three times the length of those of
another not in bloom by its side. These dancing tassels have the effect of the
leaves of the tremble. Those not quite open have a rich, dark, speckled or
braided look, almost equally handsome. Golden tassels all trembling in the
gentlest breeze, the only signs of life on the trees. A careless observer might
not notice them at all. The reawakened springy life of the swamp, the product
of its golden veins. These graceful pendants, not in too heavy or dense masses,
but thinly dispersed with a noble moderation. Great vegetable
chandeliers they stand in the swamp.
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