DIARIO 15 DE ABRIL DE 2011 Uno de los estereotipos de Thoreau es el adánico. Sin embargo, el primer capítulo de Walden es el de “Economía”, el del establecimiento de la morada y de sus medios de subsistencia. Ello no es causal, ni tampoco exclusivo de dicha obra, sino una preocupación central del autor y de su obra. La riqueza termina en dicho capítulo con referencias críticas a la “filantropía” y a lo que la riqueza humana representa y exige. Muy ilustrativo de ello son los versos finales del mismo (Versos complementarios, Las aspiraciones de la Pobreza de Thomas Carew (1595-c.1639)):
“Nuestros modales se ha corrompido por la comunicación con los santos. Nuestros libros de himnos resuenan con una melodiosa profanación de Dios y lo soportan siempre. Se diría que incluso los profetas y reformadores más bien han consolado los miedos de los hombres que confirmado sus esperanzas. En ningún lugar hay registrada una satisfacción sencilla e inocente por el don de la vida. Una memorable alabanza de Dios. Toda salud y éxito me hace bien , por lejana y apartada que pueda parecer, toda enfermedad y fracaso contribuyen a entristecerme y hacerme daño, no importa cuánta simpatía pueda tener ella conmigo o yo con ella. Si, entonces, vamos a restablecer la humanidad con verdaderos medios Indios, botánicos, magnéticos o naturales, seamos en primer lugar tan sencillos y benéficos para nosotros mismos como la Naturaleza. No estéis para ser supervisoR del necesitado, sino luchar para llegar a ser una de las cosas valiosas del mundo.
(…)
VERSOS COMPLEMENTARIOS
LAS ASPIRACIONES DE LA POBREZA
(…) Pero nosotros avanzamos
Solo las virtudes que tienen excesos,
Actos valientes, generosos, grandeza real,
Prudencia que todo lo ve, magnanimidad
Que no conoce frontera, y aquella virtud heroica
De la que la antigüedad no dejó nombre,
Sino ejemplos, como Hércules,
Aquiles, Teseo.
Vuelve a tu detestada celda,
Y cuando veas la nueva esfera iluminada,
No intentes sino conocer lo que fueron aquellas riquezas
T. Carew”
El cultivo de la riqueza humana, la más verdadera y fundante, solo es posible en un medio que la contenga y partiendo de la admisión, recreación y propagación de las virtudes que la hacen posible. Los medios son siempre necesarios, pero sin las virtudes solo pueden ser inertes. Esta es la terminación del capítulo de “Economía” en Walden.
Marx, contemporáneo de Thoreau, dice en los Manuscritos económico-filosóficos (redactados en 1844):
“La demanda de hombres regula necesariamente la producción de hombres, como ocurre con cualquier otra mercancía”
Pero las mercancías no tienen virtudes, sino solo valor de uso y de cambio. El fetichismo de la mercancía (las relaciones entre hombres vistas como relaciones entre cosas) alcanza su extremo de no retorno cuando la negación de la necesidad, la producción de las virtudes, imposible sin su encarnación en los individuos, se menosprecia expresa y razonadamente como incompatible con la producción de cosas y la reproducción de “hombres”.
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