El cuerpo vive porque se desintegra; si no lo hiciera,
segundo a segundo, sería un mineral. Que no piense la paloma que puede volar en
el vacío. Todo lo que vive se opone a algo, si no existiera esa descomposición
nada viviría. A lo largo de mi vida he pasado de largo ante quienes se detienen
en las imperfecciones, Ningún alma es un error. Hay una fuerza, una causa del
querer, oculta en cada cosa y no todos saben verla. Esa es la diferencia entre
los doctores y los sabios. ¿A dónde lleva todo esto? Lo primero: el origen es
lo más fácil (está en cada cual) y lo más arduo (quedó fuera de la creación). El
resto del conocimiento, la historia de los pueblos, los idiomas, las
costumbres, los usos de la naturaleza, pertenece a la vía de la sombra (…)
Todos habitamos un mismo templo de símbolos que elegimos en
función de la costumbre o la sensibilidad. Hay quienes buscan los símbolos más
acordes con su carácter y quienes se conforman con los que heredaron de sus
padres (…)
En nuestro ser más íntimo se halla contenida una huella de
la infinitud. Los cuerpos son sombras que pasan. No es más verdad lo tangible
que el sueño. El tacto no debe imponerse a la vista, la mano se sacrifica para
salvar al ojo y la mente puede contemplar lo que no tiene peso ni medida.
En ese sueño he vivido. La música, la luz de la luna y los
sueños han sido mis armas. La razón onírica mi fortaleza. No hay grandes
perfiles en la naturaleza, todos los contornos son aparentes, sombras de una
luz prefigurada. Hay oscuridad a pleno sol, en lo que las cosas fingen ser,
mientras que en los sueños son siempre
lo que son. Ellos no se corrompen como el cuerpo, transcurren como el río y,
mientras no se detengan, no les alcanza la putrefacción. Próspero tenía razón.
(Juan Arnau, El sueño de Leibniz. Editorial Pre-textos,
LVIII, páginas 185-186)
Diario 17-03-1852
Me sorprendo a mí mismo filosofando más abstractamente con
el primer retorno a la conciencia en la noche o la mañana. Hago las
observaciones y distinciones más verdaderas entonces, cuando la voluntad está
todavía dormida y la mente trabaja como una máquina sin fricción. Soy
consciente de haber trascendido, en mi sueño, los límites de lo individual, y
haber hecho observaciones y tenido conversaciones que en mis horas de vigilia
no puedo recordar ni apreciar. Como si en el sueño lo nuestro individual
hubiera caído en la mente infinita y en el momento del despertar nos
encontráramos a nosotros mismos sobre los confines de ésta. Con el despertar
retomamos nuestra empresa, tomamos nuestros cuerpos y volvemos a ser una mente
limitada. Nos encontramos y conversamos con aquellos cuerpos que hemos
previamente animado. Hay un momento al alba, cuando la oscuridad de la noche se
disipa y antes de que las exhalaciones del día comiencen a surgir, cuando vemos
las cosas más verdaderamente que en cualquier otro momento. La luz es más digna
de crédito, puesto que nuestros sentidos son más puros y la atmósfera menos
vulgar. Por la tarde todos los objetos son vistos en reflejo.
HDT
(primera vez aquí 17-03-2012)
Agárrate deprisa a tu más indefinido sueño del despertar. El
polvo verde sobre los muros es un vegetal organizado; la atmósfera tiene su
flora y fauna flotando en ella; ¿y pensaremos nosotros que los sueños no son
sino polvo y cenizas, que son siempre pensamientos desintegrados y
fragmentados, y no polvo de pensamiento juntándose en su estándar con
música,-sistemas que comienzan a organizarse?
HDT
Carta a H.G.O.Blake
27 de febrero de 1853
(primera vez aquí el 24-06-2017)
Diario 7-09-1851
Lo actual es honesto como una visión o un sueño
HDT
(primera vez aquí el 8-01-2017)
Rogelio López-Cuenca (entrevista)
adicto al obstinado "deseo de no ser gobernado"
Ser artista y mujer, que es ser mejor
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