La belleza misma, en su lugar de nacimiento,
Cuando aún no es más que verdad.
Belleza y verdad, pero aquellas altas olas
Sobre los gritos que se obstinan.¿Cómo mantener
Audible la esperanza en el tumulto,
Cómo lograr que hacerse viejo sea renacer,
Para que la casa se abra, desde el interior,
Para que no sea la muerte quien eche afuera
Al que pedía un lugar de nacimiento?
Yves Bonnefoy
(Las tablas curvas, La casa natal, fragmento. Traducción Jesús Munárriz)
Sospecho que el niño coge su primera flor con una penetración
en su belleza y significado que el botánico posterior nunca conserva
HDT
Diario 5 de Febrero de 1852
Diario 17 de Septiembre de 1839
La
Naturaleza nunca se apresura; sus sistemas se mueven con
velocidad uniforme. El brote vegetal crece imperceptiblemente, sin
apresuramiento o confusión, como si los días cortos de la primavera fueran una eternidad.
Todas sus operaciones parecen separadas del tiempo, el objeto sencillo por el
cual todas las cosas permanecen.¿Por qué, entonces, debería el hombre
apresurarse como si cualquier cosa distinta de la eternidad estuviera
disponible para la más mínima tarea?. Si el sol saliente parece apresurarle
para mejorar el día mientras dura, el canto de las cigarras no falla en
confortarle, medido como ancestralmente uniforme, enseñándole a tomar su propio
tiempo desde ahora hasta siempre. El hombre sabio es reposado, nunca agitado o
impaciente. Abraza cada momento allí donde se encuentra, como algunos
caminantes apoyan todo su cuerpo a cada paso, mientras otros nunca relajan los
músculos de su pierna hasta que la fatiga acumulada les obliga a parar pronto.
De la misma manera que el sabio no está ansioso de que el tiempo le espere, tampoco él espera al tiempo.
HDT
(Traducción Guillermo Ruiz)
(primera vez aquí el 19 de Septiembre de 2007)
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