Hay un leñador Irlandés que, cuando paso al lado suyo mientras trabaja en los bosques en invierno, nunca deja de preguntarme qué hora es, como si tuviera prisa de tomar su cantarillo e irse a casa. Esto no es como debería. Cada hombre, y el leñador entre el resto, debería amar su trabajo tanto como el poeta ama el suyo. Todas las disposiciones políticas buenas se basan en esta premisa. Si el trabajo principalmente, o en un grado considerable, sirve a la finalidad de un policía: mantener a los hombres al margen de los delitos; ello indica una podredumbre en la base de nuestra comunidad.
HDT
(traducción Guillermo Ruiz)
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