Diario 23 de Mayo de 1854
Voy a ver flores y a escuchar los pájaros. Hubo un tiempo en el que la belleza y la música estaban totalmente dentro y me sentaba y escuchaba mis pensamientos: había una melodía en ellos. Me sentaba durante horas en las rocas y luchaba con la melodía que me poseía. Me sentaba y escuchaba en el tiempo una música positiva, pero débil y distante-no cantada por pájaro alguno- ni de la vibración de un arpa terrestre. Cuando caminaste con una alegría que no conocía su propio origen. Cuando fuiste un órgano del cual el mundo no era sino un pobre y roto tubo. Reposé largamente sobre las rocas sumergidas como un arpa en la playa-que no sabe cómo se toca. Te sentaste sobre la tierra como sobre un bote-escuchando música que no era de la tierra- sino que la gobernaba y concertaba. El hombre debería ser el arpa que habla. Cuando tus cuerdas estaban tensadas.
HDT
(Traducción Guillermo Ruiz)
Extraño ser cercano, padre mío:
Estás y aunque no hables te presiento
Dentro y fuera de mí como cimiento,
Proyecto y consecuencia sin desvío.
Y aunque llores-y llore-, ríes –río-
Porque no hay más remedio: sientes-siento-
Que pasa el tiempo nuestro, pasa el viento
Que de la nada lleva al cero frío.
Padre silente, hirsuto a veces, pero
Siempre presente, siempre concesivo:
El agua de los años lentos posa
Su soturna humedad desde el venero
De tu fluvial conato por lo vivo.
Estás. (En vano, azar en torno acosa).
Emilio Alarcos Llorach (Mester de poesía. Visor 2006)
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