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Saturday, June 07, 2008




LAS MONTAÑAS EN EL HORIZONTE (II)

Cruzando la dúctil marea
a ritmo más vivo,
ellos zarpan al mediodía
y brillan antes de su rayo
hacia alguna bahía retirada.
Su destino favorito,
bajo el sol tropical,
persiguen incensantemente,
con goma de Senegal y Tragicant.
Para tales pequeños fines
el tiempo gratamente se gasta
a sí mismo hasta la eternidad,
para esto fue hecho el océano
y el sol fue enviado,
y la luna prestada,
y este es el empleo de los vientos.
El tiempo solo espera a que el campo sea cosechado,
con tales pequeñas obras su duración se llena
como el campo de semillas.


Los actos pequeños de los hombres son grandes
contemplados de tierra a tierra,
tal como se depositan en el tiempo,
en su clima nativo,
por el cual el mundo esperó,
así son de grandes.
No hay duda que en el puerto del que partes
tus señores no fracasan
en registrar tu riqueza,
porque tu no navegas en secreto
ocultándote cerca de la orilla
con mercancía de contrabando,
sino que aquellos que enviaron una empresa conducida por tí
han dispuesto el sol para contemplar
su honestidad.


Especialmente te recuerdo a tí,
Wachussett, que como yo
permaneces solitario sin compañía.
Mi vida es como un cielo en el poniente
hacia un ojo en el este
de serena calma,
cada instante variadamente teñido
con el viento que sopla.
Ahora brillando como la luz del norte,
cada instante más al norte, más alta, más brillante,
iluminando las playas de la noche,
como un campo de maíz,
siempre permanece
firme como su raíz,
inclinándose en toda su longitud
con fuerza grácil,
solamente las sombras oscilan
de lado a lado,
pero el grano profundo se afirma.
Anónimo gime a lo largo
como el aliento de una canción
o el viento sobre el seto
o una tormenta sobre el acantilado.
Primero crece, después expira
como la vibración de una cuerda,
solo una nota permanece
para invitar de nuevo al viento,
pero tú estas lejos y azul y en calma
burlándote de mi débil voluntad,
tu montaña veloz,
abrazando el cielo, anclada en la tierra,
tu pasatiempo desde tu nacimiento,
ni urgida por el primero ni inclinándote hacia la segunda,
pueda yo seguirte valioso hermano.


Tu lejano ojo azul,
un residuo del cielo,
visto desde el claro del valle
o desde las ventanas de la fragua
fermenta todo lo que pasa por él.
Tú eres nuestro rostro en el oeste,
algún trofeo de una antigua victoria.
Premiado con los trofeos de la naturaleza
y teñido con colores naturales
no con el tinte de Tiro,
sino con el azul del cielo,
de cara a un anfiteatro de gloria,
más grande que la historia griega o romana,
su nobleza antigua con el sol de poniente
para hacerse aquí, quizás, o en otro caso comenzar.


Nada es verdadero
si no está entre tú y yo,
tú pionero del oeste
que no conoces la vergüenza ni el miedo,
conducido por un espítitu aventurero
bajo los aleros del cielo,
¿Y no puedes expandirte allí
y respirar suficiente aire?
El sol va detrás tuyo no delante
para mejorar su despensa rápidamente,
más allá del oeste incluso
tú migras con tu pequeña pertenencia
hacia caminos sin nubes,
sin el hacha del peregrino
sobre un camino más digno
que nuestra baja ruta del oeste,
Siguiendo tu alta ruta,
con tu bien equilibrada cima,
y haciéndote un claro en el cielo.

HDT

(Traducción Guillermo Ruiz)

"Sobre la cima de las montañas, como en cualquier lugar para las almas esperanzadas, siempre es la mañana”


HDT


Thoreau ascendió el Monadnock en 1844, 1852, 1858 y 1860 y registró amplias observaciones geológicas y botánicas en su Diario.


http://www.monadnock.net/whatis/thoreau.html

Fotografía de la expedición invernal al Makalu (2008) de Nives Meroi y Romano Benet



http://nives.alpinizem.net/gallery/MAKALU-INVERNO-2008

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