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Monday, October 13, 2025

QUID EST VERITAS?: EL PROCURADOR DE JUDEA (13-10-2025) (II)

 

 

Desde el siglo XIX la ciencia del Derecho europea está marcada por la tensión entre legalidad y legitimidad.

La noción de legalidad asfixiante, legalité qui tue, la legalidad que mata, es la expresión del peligro de disolución y decaimiento del Derecho por un incremento desaforado de la legislación. Solo nos queda entonces la apelación a la ciencia del Derecho como último guardián de la génesis, flujo y desarrollo del Derecho sin una intención predeterminada por el poder estatal.

Dice Hauriou literalmente: "La Revolución de 1789 no fue otra cosa que la imposición absoluta de la ley escrita y la destrucción sistemática de las instituciones consuetudinarias.Ha resultado así una situación permanentemente revolucionaria porque la movilidad de la ley escrita no podía ser equilibrada por la estabilidad de las instituciones consuetudinarias, las fuerzas del cambio se han visto más potentes que las fuerzas de la estabilidad.La vida social y política en Francia, totalmente vacía de instituciones, solo ha podido mantenerse provisoriamente, y con muchos sobresaltos, gracias a un elevado nivel de moralidad general" (Principes de droit public, Paris, 1916).

Hace cien años, cuando Savigny escribe y publica su obra, no se habían mostrado en toda su magnitud, tal como hoy los encaramos, los peligros derivados de un tecnicismo legalista vacío, sin sustancia, ni los de la legislación y reglamentación motorizadas. Necesariamente tuvo que ser muy grande y digna de admiración la potencia intelectual que que fue capaz entonces de advertir estos peligros y levantar defensas ante los tiempos que se avecinaban marcados por la tensión entre legalidad y legitimidad que condujo a la mutación de la legitimidad histórica en legitimidad revolucionaria.

"Los revolucionarios que no entienden que ha de combinarse la lucha al margen de la ley con todos los medios legales son malos revolucionarios" (Lenin, El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo) 

Incluso ante el terror de los medios de destrucción que la moderna ciencia ha puesto en manos de los detentadores del poder, la ciencia del Derecho sabe que dispone de su cripta secreta en la que se mantienen protegidas ante cualquier agresor sus principales semillas y métodos de cultivo para que fructifiquen ene nuevas tierras. Es esta la confianza que nosotros encontramos en la llamada de Savigny, que se ha convertido en el primer texto que marca distancias con el positivismo legalista. La ciencia del Derecho europea no necesita una muerte común causada por los mitos de la ley y el legislador. Meditemos de nuevo sobre nuestra historia de sufrimiento y consideremos que la raíz de nuestra fuerza está en nuestra capacidad para sobrellevarlo y superarlo. Así no nos abandonará el genio y nos hará ver que la confusión de idiomas es preferible a la unidad de Babilonia. 

Para mí, Sócrates, Platón y Aristóteles fueron, primariamente, profesores de Derecho y no profesores de filosofía tal como hoy se les ve.

Para mí la Filosofía del Derecho no es la proyección de un léxico filosófico sobre conceptos jurídicos. sino la profundización en conceptos que son inmanentes a un concreto orden jurídico y social.

A diferencia de Savigny y su rechazo del Estado legislativo y el racionalismo que lo animaba, Hegel nos adentra en otra dialéctica, la de un acelerado avance en el que la negación es movimiento y el movimiento negación lo que en último término conduce a un imaginario baile de acusaciones y purgas.Cuando Hegel afirma qu las constituciones no pueden fabricarse (Rechtsphilosophie, 273) nos está diciendo que a los revolucionarios les faltan las habilidades y competencias de los talladores de diamantes.

Lo que interesa destacar es que estos dos adversarios tuvieron en común su adscripción a la categoría del katechon. Esta es una conclusión que hoy resulta arriesgada. Sobre todo es peligrosa una explicación de Hegel no ajustada al mercado de lo correcto, y buscar y describir un espacio común a Hegel y Savigny.

 Carl Schmitt, La situación de la ciencia jurídica europea 

En este texto, katechón, es el que resiste al mal, al mal que disuelve la sociedad y sus valores.Que extrae del pasaje de la Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses, 2, 6-7. Schmitt lo aplica aquí a Hegel y  Savigny como pensadores del Derecho que resisten al impulso disgregador del liberalismo positivista.


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