Diario 2 de enero de 1841
Los arbustos de roble resonando en la fina y fría brisa son un fuego lento que
crepita. Tienen más calor que los pinos. El verde es un color frío.
La riqueza del perfil del bosque contra el cielo está en proporción al número
de intersticios distintos a través de los cuales la luz nos alcanza.
Cada aguja del pino blanco vibra nítidamente en la brisa, lo que en la parte
soleada da a todo el árbol un aspecto de espuma que brilla.
Hoy me pare un poco en el sendero para admirar como los árboles crecen sin
previsión y al margen del tiempo y las circunstancias. Ellos no esperan como
esperan los hombres-ahora es la edad de oro del árbol joven-Tierra, aire, sol y
lluvia son ocasión suficiente.
(traducción Guillermo Ruiz)
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