Diario 21 de mayo de 1851
He oído durante unos pocos días ese peculiar sonido
soñador de las ranas que pertenece al verano-sus sueños
de noches de verano.
Sólo aquel pensamiento y expresión que son musicales
son buenos.
Creo que usualmente no somos conscientes de que el
hombre es nuestro contemporáneo.
Que en este mundo extraño y remoto-tan estéril tan prosaico
-diseñado no para vivir sino meramente para pasar de largo,
incluso aquí una criatura tan divina como el
hombre vive.El hombre el hecho último -
el dios que conocemos.Mientras la tierra
nutra a un habitante tan asombroso existe
algo que nos alienta.Quien dirá que no hay
ningún Dios si hay aunque sólo sea el hombre.
Ha sido sólo durante el último año que he
reparado en que existe tal ser vivo en el globo.
Ahora que percibo que es así -muchas cuestiones
asumen un nuevo aspecto.Tenemos no sólo la
idea y la visión de lo divino por nosotros
mismos sino que tenemos hermanos que parece que
tienen la misma idea.Pienso que mi vecino es mejor
que yo- y su pensamiento es mejor
que el mío.Hay un representante de la divinidad
sobre la tierra-de todos pueden
esperarse cosas nobles y honestas.
Tenemos el material del cielo aquí.Pienso que el
milagro presente para el hombre es el hombre
-detrás de la cerca-con lluvia o despejado
-esperanza o duda- allí habita un hombre,
una criatura actual que puede simpatizar con
nuestros pensamientos más sublimes.
Las revelaciones de la naturaleza son
infinitamente gloriosas y alentadoras-
indicándonos un futuro remoto-de posibilidades
desconocidas-pero sorprendentemente
próximo el día que encontramos un compañero.
HDT
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