Diario 18 de Marzo de 1858
Cada nuevo año es una sorpresa para nosotros. Nos damos cuenta de que prácticamente hemos olvidado la nota de cada pájaro, y cundo la oímos de nuevo es recordada como un sueño, trayendo a la memoria un estado previo de existencia. ¿Cómo sucede que las asociaciones que despierta son siempre agradables, y nunca tristes, reminiscencias de nuestras horas más saludables?.La voz de la naturaleza es siempre alentadora.
HDT
(traducción Guillermo Ruiz)
“Por la ventan observo el arce real del jardín, que Anna contempló día tras día. Ese era su contacto con la naturaleza, cotidiano, íntimo, duradero. En los primeros días de su estancia en ese piso, en los años veinte, al levantarse al mediodía, se iba patinando o esquiando sobre el hielo del canal Fontanka-que durante las fiestas navideñas adornaban con árboles de Navidad- al Jardín de verano. Una vez allí se quitaba los esquís y se dirigía a casa de un amigo o una amiga; después de haber tomado su té con galletas y mermelada regresaba esquiando a casa. En verano hacia el mismo recorrido paseando bajo la sombra de los árboles que bordean el canal.”
(Monica Zgustova, Epílogo al libro “El canto y la ceniza”)
“Y que entonces un desconocido
De los siglos futuros
Me mire con audacia,
Para que entregue a la sombra flotante
Un húmedo ramo de lilas
Cuando la tormenta pase”
“Y que el desconocido
De un siglo futuro
Me mire sin vergüenza,
Y me ofrezca a mí, una sombra que ronda,
Húmedo un ramo de lilas
Cortadas después de la tormenta”
(Anna Andreievna Gorenko, Anna Ajmátova: Fragmento de “Poema sin héroe”, traducción de Jesús García Gabaldón, traducción de Monika Zgustova y Olvido García Valdés)
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