Como termina el otoño, con la edad y
la noche, una brisa ligera desviste de sus hojas, en harapos temblorosos o
puntilla encarnada, las ramas negras de frutos ya cosechados, de modo que el
universo explota, estalla y levita de rosa, colorado, carmín, coral, escarlata
y burdeos, en follaje bermellón, púrpura y rubí, en cortinas desgarradas de
fuego carmesí, cascadas ascendentes como llamas hacia un cielo azul negro. Cada
especie toca su partitura granate. Retorcida y excitada en todos los sentidos
por las dulces turbulencias, toda la tierra hasta el horizonte llamea, enrojece
y rebulle; ¿asisto al incendio del planeta o al de mi propio cuerpo, aspirado?
¿Dónde estoy? ¿En el valle de mi ciudad
natal, en Aquitania? ¿En las bienamadas orillas del San Lorenzo, alrededor de
la Cheasepeake Bay, durante un verano tardío? ¿En una isla conmovedora del mar
interior japonés? Sí, a cada pregunta, sí aquí y allá, sí; en otro lugar, sí
también. Las hojas centellean y se mueven por todas partes con el mismo ardor.
Esta danza ardiente del follaje móvil,
estas lenguas rápidas, bífidas, movedizas, de llamas, altas y bajas, este mapa,
inestable y estable, escrito sobre las superficies incandescentes, ¿cómo
llamarlo? ¿El propio lugar universal, el planeta cálidamente desmelenado? ¿O la
luz comprendida en su velocidad tanto como en su claridad, respetando las
sombras? ¿La rama dorada, gracias a la cual atravesamos la tierra real y los
espacios virtuales, el paraíso o el infierno, sin perdernos? ¿La intuición que
comienza o el incendio que destruye? ¿La columna de fuego que sirve de guía en
el desierto? ¿La zarza ardiente en la cima de la montaña? ¿O el fuego del Espíritu
en la mañana de Pentecostés, del que está escrito que aquellos sobre quienes
descienda tendrán el don de lenguas?
(Michel Serres, Atlas, 1994.Traducción de Alicia Martorell. Atlas está dedicado a Abdelwahed Ibrahimi, en recuerdo de Itzer, en el Atlas)
Este es último fragmento de la traducción al español del ensayo "Tintes Otoñales".El mismo tiene una extensión total de apenas de 28 páginas (páginas 367-395 de los "Collected Essays and Poems" de "The Lybrary of America").La primera traducción Tintes Otoñales (I) se publicó aquí mismo el 19 de Septiembre de 2009.La totalidad representa, por tanto, el trabajo del autor de más de un año y tres meses en diferentes momentos (sobre todo coincidiendo con la propia estación) y de dos estaciones otoñales.Como consecuencia del mismo, el Otoño se ha convertido en su compañía y sus tintes en cada árbol en un "estandarte de libertad viviente en el cual ondean un millar de brillantes banderas".
Los objetos están disimulados a nuestra vista, no tanto porque estén fuera de nuestro campo visual como porque nosotros no hacemos que nuestras mentes y ojos los enfoquen, porque no hay ningún poder en el ojo en sí mismo más que en cualquier otro pigmento impresionable. No reparamos en lo lejos y ancho, o en lo cerca y estrecho, que debemos mirar. La mayor parte de los fenómenos de la Naturaleza permanecen, por esta razón, ocultos en nuestras vidas. El jardinero solo ve el jardín del jardinero. Aquí también, como en la economía política, la oferta crea su propia demanda. La Naturaleza no cosecha perlas antes de la ostra. Hay tanta belleza visible para nosotros en el paisaje como aquélla que estamos preparados para apreciar, ni un grano más. Los objetos actuales que un hombre verá desde la cima de una concreta colina son tan diferentes de los que otro verá como diferentes son los que observan. El Roble Escarlata debe, en un sentido, estar en tu visión cuando tu marchas. No podemos ver nada hasta que tomamos posesión de su idea, lo tomamos en nuestras mentes-y entonces a duras penas podemos ver algo diferente.
(...)
Toma un hombre selecto de Nueva Inglaterra y colócalo en la más alta de nuestras colinas y dile que mire-agudizando su visión al máximo y poniéndole los cristales que mejor le vayan (ay usando unos prismáticos si quiere)- y haga un informe completo.¿Qué espiará probablemente?. ¿Qué seleccionará para observar?.Desde luego el verá un espectro roto de sí mismo. Verá varias casas de reunión, al menos, y quizás que alguien debe ser valorado más alto de lo que es, puesto que tiene un buen trozo de bosque. Ahora toma a Julio César, a Emmanuel Swedenborg, o a un isleño de Fegee, y ponlos a mirar. O supón que están juntos y déjales comparar sus notas después.¿Parecerá que han participado de la misma visión?.Lo que verán será tan diferente como Roma fue del Cielo o el Infierno o los últimos de las islas Fegee. Porque sabemos que un hombre tan extraño como éstos está siempre en nuestro hombro.
(traducción de Guillermo Ruiz, 19-09-2009-23-12-2010)
¿UN ESPECTRO ROTO O UN ESPECTRO VIVO?
Este festival de octubre no cuesta ninguna pólvora, ni la llamada de campanas, sino que cada árbol es un estandarte de libertad viva en el cual ondean un millar de brillantes banderas
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