No tiene ninguna utilidad arar más profundo
que el suelo, a no ser que pretendas seguir tal modo de cultivar de forma
persistente, abonando mucho y esparciendo manto en cada surco-produciendo un
suelo, en resumen. Aun así a menudo al hombre le gusta tocar temas poderosos
como la inmortalidad, pero en su discurso no levanta sino tierra amarilla, bajo
la cual el poco suelo fértil y disponible que pueda tener en la superficie es
enterrado y perdido. Debería enseñar frugalidad en su lugar-cómo posponer la
hora fatal-plantar un cultivo de judías. Podría haber conseguido suficientes
para hacerle un sacristán, aunque nunca un predicador. A menudo el hombre lleva
su arado tan profundo en suelo duro o rocoso que se clava rápido en el surco. Es
un gran arte en el escritor mejorar día
a día justamente el suelo y la fertilidad que tiene, para cosechar aquel grano
que su vida produce, cualquiera que sea, no sufrir acerca de si recoger
manzanas o naranjas cuando produce solamente tubérculos. Debería estar cavando
no elevándose. Justamente tu suelo es tan profundo como honrada es tu vida. Si
es fuerte y profundo sembrarás trigo y cosecharás el pan de la vida en él.
HDT
(Diario 9 de noviembre de 1858)
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