“Aun así es feliz aquel hombre, y los poetas le cantan, que
conquista con mano,
pie ligero y resistencia”
Píndaro, poeta griego, c. 500 AC
...The essential thing in life is not so much conquering as fighting well
Baron Pierre De Coubertin
(...)
“We are all natural-born runners although many of us forget this fact.
(..)
Pintada sobre piedra bajo el alero estaba una sucesión de
pequeñas figuras humanas como palos en clara zancada de carrera. Todas portaban delicados arcos, flechas
y carcajs. Estos cazadores corrían en una dirección, de izquierda a derecha a
lo largo del rostro de piedra. En sí misma esta pictografía de dos o tres mil
años de antigüedad no era especialmente extraordinaria. Pero entonces yo detecté
algo más y ello lanzó a mi mente confusa.
Fue la última figura de la derecha, la que encabeza la serie. Tenía sus manos
extendidas hacia arriba en el aire en el gesto de triunfo universal de los
corredores al final de una carrera. Este gesto involuntario es reflejo para la
mayoría de los corredores que han luchado duramente, que han respirado el calor
y olido el fuego, y que después siente la exaltación del triunfo sobre la
adversidad. Esta imagen de los bosquimanos permanece para mí como un
recordatorio icónico de que las raíces de nuestra carrera, nuestra
competitividad y nuestra búsqueda de la excelencia se remontan muy atrás y
profundamente en el tiempo.
Mirar esta piedra africana me hizo sentir que era testigo de
un espíritu compartido, un hombre que hacía tiempo había desaparecido, pero a
quien entendí como si hubiéramos charlado justo un momento antes. Yo no estaba
solo en el mismo medio y mente que este desconocido cazador bosquimano
corriendo, yo estaba en el lugar del que con mayor probabilidad salieron
nuestros ancestros comunes. El artista estuvo aquí cientos de generaciones antes
de mí, pero ello era solo un parpadeo comparado con los eones transcurridos
desde que un bípedo intermedio entre los simios y nuestros reconocibles
ancestros humanos abandonó la seguridad del bosque por la sabana hace 4 millones
de años para empezar a correr. No hay nada tan elegante, profundo e irracional
como nuestra carrera-y nada tan salvaje y prístino.”
(Bernd Heinrich: “Los corredores primitivos y nosotros” (Capítulo 2º del libro “Por
qué corremos?”, traducción Guillermo Ruiz)
(Esta entrada y traducción están dedicadas a mi hermano Gonzalo.También a AGA)
Fotografía de pintura rupestre en Matobo
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