Los dos sentidos de un
curso operatorio circular que, partiendo de determinadas posiciones, llega a
otras distintas (regressus) para retornar, reconstruyéndolos cuando es
posible, a los puntos de partida (progressus)
Progressus
(…)
EXCURSO
SOBRE EL CONCEPTO DE "ESFERA"
Como contenidos característicos del Género
M2 debemos citar a las "esferas". El concepto de "esfera",
tal como lo he utilizado en otra ocasión ^''*, no puede ser aquí desarrollado
en toda su complejidad. Me limitaré a esbozar algunos de sus aspectos más
interesantes en nuestro contexto. Las dificultades para exponer el concepto de
"esfera" no proceden de los esfuerzos necesarios para traer a la
comprensión ordinaria una realidad arcana o metafísica, sino, por el contrario,
del esfuerzo por alejar (distanciar), en un concepto riguroso, una realidad
familiar y cotidiana.
El concepto de "esfera" puede
exponerse por medio de categorías gestaltistas. Podemos concebir la esfera como
una estructura (Gestalt) finita,
de cuatro dimensiones, esencialmente espacio-temporal, que cristaliza en
determinadas condiciones sociológicas o históricas, y que se caracteriza por
una totalización de la conciencia práctica (M2), en tanto que esta praxis se
constituye como programación incesante de una conducta prevista como "gobierno
del propio cuerpo", en la medida que es controlable desde mi propia interioridad (M2), y, esencialmente, en
tanto que la totalización es una autolimitación espacial—el "estuche
corpóreo"— y temporal — la limitación por sus dos extremos: uno inicial
(que no es el nacimiento biológico, sino, p. ej.,la "edad de la
razón") y otro terminal (la muerte, no como hecho biológico, sino como
límite configurado desde dentro). Las
estructuras esféricas sólo pueden cristalizar en un medio social: el límite terminal
de la estructura esférica aparece dado a cada conciencia corpórea—según
mecanismos que sería preciso determinar empíricamente— por la representación de
la muerte de los otros ciudadanos: no es un límite que pueda brotar
internamente. El concepto de "esfera" incorpora una gran masa de los
análisis existencialistas sobre el "Dasein"(temporalidad, cuidado,
muerte), pero variando el estilo metafísico del tratamiento que les dio
Heiddeger por un estilo más "positivo". La muerte no será
"posibilidad de la imposibilidad", sino el confín interno de una
bóveda totalizante. La esfera es temporalidad, cierto, pero temporalidad determinada,
incluso métricamente. El diámetro de la esfera —la distancia de límite a
límite—• es del orden de los cincuenta años, que es la distancia entre los
veinte años promedios en que la esfera se constituye, hasta acaso los setenta años,
en que se prevé su destrucción (aunque estas cifras deben ser empíricamente
establecidas).
No debe confundirse el concepto de "esfera" con el concepto
de "Ego". El ego esférico es un tipo muy especial de ego, pero el Ego
no se agota en ser ego-esférico: así, el ego corpóreo no incluye la totalización
temporal (sin embargo, es evidente que la esfera tienemás que ver con el Ego de
Freud que con el Ello o el Superego). La esfera no es, tampoco, una estructura
permanente: cristaliza, como hemos dicho, en un determinado medio social, y su
vigor puede variar según las edades, temperamentos, situaciones, pero siempre
está inmersa en otros contextos más amplios (incluso del Género M2) que pueden
deformarla, debilitarla, neutralizarla y hasta disolverla, sin perjuicio de que
pueda recristalizar de nuevo. La esfera es una configuración de la
"interioridad", pero, evidentemente, no toda interioridad, como
tampoco toda subjetividad, es esférica: p, ej., la interioridad mística, la
"via interioritatis" agustiniana. Por ello, la esfera no tiene nada
que ver con el concepto de "Espíritu".
Lo que sí es evidente es que las esferas no se constituyen simplemente por
el hecho de que existe un ego corpóreo. Multitudes de conciencias no
cristalizan esféricamente: permanecen abiertas; investigaciones empíricas
deberán mostrar de qué modo el límite terminal de la vida configura en trazos
borrosos o incluso inexistentes, prolongándose en una vida posterior
(inmortalidad del alma). Multitud de egos corpóreos están implantados en un contexto
comunitario (comenzando por la familia, en ciertas etapas de su desarrollo), en
el que los límites de la esfera se abren por muchos de sus puntos, de suerte que
la estructura esférica, o deja de controlar los sectores principales de la
conducta, o incluso no controla ninguno. Situaciones sociales comunitarias —el
"nosotros" del Carnaval o de la guerra— disuelven, acaso
eventualmente, las paredes de la esfera.
En cualquier caso, la estructura esférica discrimina claramente dos tipos
de orientación de la praxis individual: aquel cuyas conductas pueden ser, en un
gran porcentaje, referidas a la esfera, y aquel en que esto no ocurre. Quien,
pongamos por caso, planta olivos, no se gobierna objetivamente (finis operis) por la estructura
esférica, en tanto el fruto de los olivos se recoge mucho más allá de los
límites temporales de la esfera. Pero tampoco cabe confundir la conducta esférica
con el egocentrismo o el egoísmo: el egocentrismo es un concepto de la
psicología infantil, cuando todavía la esfera no ha cristalizado; el egoísmo es
un concepto con connotaciones morales, pero que puede no ser esférico: como
ejemplo podríamos poner el caso de Aristipo y los Cirenaicos.
Es muy probable que la importancia que
atribuimos a la esfera resulte más de un espejismo (un "idolon
theatri" asociado a ciertas doctrinas morales) que de su condición de
estructura clave de la conducta humana civilizada. En cualquier caso, su
importancia histórico-cultural es innegable. La esfera, sin duda, controla una
gran extensión de la conducta civilizada: el concepto aristotélico de
"prudencia monástica" es un concepto esférico, así como también el concepto
de razón económica (cálculo) individual. El "cálculo" no es ningún
concepto formal, sino que está organizado sobre la totalización material de la
esfera: llamamos "racional", en una acepción determinada, a la
conducta por ser esférica, sin que podamos decir que la conducta es esférica
por ser racional. La racionalidad va ligada, sin duda, al ego corpóreo, pero no
necesariamente esférico. (Es la racionalidad filosófica la que, de algún modo,
debe contener, aun cuando sea dialécticamente, la conexión permanente con la
conducta esférica.)
Me parece que el
movimiento histórico-universal más importante del que puede decirse que ha
centrado toda su acción sobre la esfera—como técnica de constitución y
desarrollo de las esferas, identificada como el contenido mismo de la moral, y
como centro de una concepción totalizadora del mundo de extraordinario vigor
crítico—ha sido el Epicureismo. La sabiduría epicúrea—que no es una sabiduría meramente
académica, sino esencialmente mundana, y que orientó durante más de siete
siglos la vida de grandes cantidades de ciudadanos del mundo antiguo— es
esencialmente una sabiduría esférica. Vive esencialmente la dimensión temporal
finita: "La carne sólo tiembla por el dolor presente, pero el alma por el
pasado, presente y futuro." Los materialistas
epicúreos han sido, al mismo tiempo, los principales exploradores de la interioridad esférica, en su
entendimiento de la vida moral como sabiduría que parte de la evidencia de la
finitud de nuestra vida, principio fundamental del
"Tetrafármaco":"No hay que tener miedo a la muerte, porque
cuando la muerte existe, no existo yo, y cuando yo existo, no existe la
muerte", y en su práctica (que debe ser enseñada y ejercitada) de la vida como
un movimiento que, a diferencia del de los cirenaicos, surca todos los radios
de la esfera, en el recuerdo y en la esperanza positiva (como pueda serlo la expectativa de un trozo de queso —(turou
kupidou)— enviado por un amigo), desde un centro que los comprende siempre a
todos, como presente-temporal o durée
réelle. El Epicureismo es una técnica de la totalización de la esfera
que debe ser configurada por la educación. La carta de Epicuro a Meneceo quetrae
Diógenes Laercio (X, 121-135) es una fuente de primer orden para conocer la
pedagogía epicúrea de la esfera. El Epicureismo ha conocido, también, que las
esferas no son sustancias. Una esfera no puede desarrollarse aisladamente:
necesita, como los átomos, de las demás esferas, y por eso la conducta esférica
epicúrea no es individualista o estrechamente egoísta •—Sade también desarrolla
un modelo esférico genunino, aunque no epicúreo. Cada esfera conoce a las demás
(a veces, incluso "transparentándose": práctica de la confesión)—en
un grupo reducido— como componentes de su propia felicidad y seguridad (teoría
epicúrea de la amistad). La oposición irreductible que el cristianismo encontró
en el epicureismo puede entenderse, casi en su totalidad, como brotando de la
incompatibilidad entre la moral esférica epicúrea y la moral abierta del primer
cristianismo, mediante el cual las esferas epicúreas se han rasgado para
prolongarse y fundirse en el Cuerpo Místico. Es más tarde, en la época del
capitalismo, cuando la moral esférica vuelve a ser erigida como prototipo de la
misma racionalidad práctica, desde los individuos —mónadas—de Adam Smith, hasta
los consumidores del marginalismo de Jevons (el concepto de homo oeconomicus"
es típicamente esférico), desde el ideal de la libertad del liberalismo burgués
(Barón de Holbach: Moral Universal, Sección
I, Cap. VI: "Del Amor Propio") hasta el moderno cristianismo
casuístico, que presenta la fe cristiana como orientada al negocio de la salvación (un concepto
esférico cuyo radio se ha ampliado ad
infinitum). El imperativo categórico de Kant, en cambio, no es un
concepto esférico, aunque está conectado dialécticamente con el precepto
hipotético de la "Sagacidad" (Scharfsinn),
como habilidad para seleccionar los medios que conducen al mayor bienestar
propio (y que es ya un concepto esférico). La antinomia kantiana entre el
Estoicismo y el Epicureismo, central en la Crítica
de la Razón Práctica, no
es otra cosa sino el reconocimiento de la presión que estructuras sociales
supra-esféricas ejercen sobre la esfera, y entran en conflicto con ella. Desde
posiciones esféricas (del sentido común liberal de la sociedad de consumo)
suele darse por descontado que la moral kantiana del imperativo categórico es
utópica y que su vinculación a los postulados de inmortalidad, etc., es
metafísica. Pero también cabe interpretar la moral kantiana como una
formulación escolástica de los axiomas de la racionalidad económico-política:
la estructura de la conducta de los ciudadanos, en tanto sus esferas respectivas
no están abolidas, pero sí implantadas en un contexto de intereses universales
(políticos), que exigen, entre otras cosas, la programación secular, el
pensamiento de la situación de las generaciones futuras dentro de doscientos, quinientos o mil años (en términos
kantianos, el postulado de la "inmortalidad del alma"). Tampoco la
moral marxista se reduce fácilmente a los términos de la moral esférica, a
pesar dé que algunos ilustres marxólogos han entendido la moral marxista al
estilo epicúreo. Entre nosotros se ha llegado a decir que un verdadero marxista
se sabe perteneciente a la grey deEpicuro. Pero ¿cómo explicar entonces la
orientación objetiva del militante socialista revolucionario, que está incluso
dispuesto a morir (es decir, a destruir su esfera) o a sacrificarse por las generaciones futuras? Más cerca de la moral
esférica está El Único de Stirner,
así como la moral pequeño burguesa —el sentido común individualista—, cuyas
fórmulas prácticas no suelen ser otra cosa sino el revestimiento verbal de una
esfera de paredes duras e impermeables. Pero el sacrificio de la propia esfera
cuenta en la concepción del mundo socialista."Ciertamente, todos los
hombres son mortales. Pero la muerte de unos tiene más pesó que el monte
Techan; la muerte de otros tiene menos peso que una pluma." Mao, muy lejos
de Epicuro, comenta:"Morir por los intereses del pueblo tiene más peso que
el monte Techan; morir gastándose al servicio de los explotadores tiene menos peso
que una pluma" (Libro Rojo, Cap.
XVII).· (Gustavo Bueno, Ensayos
Materialistas. Taurus Ediciones. Madrid 1972, páginas 298-302)
(…)
Y es que solamente en el error, sólo por el error,
Al que se halla inexorablemente abocado,
Se convierte el hombre en el buscador
Que es,
Hombre que busca;
Y es que el hombre necesita del conocimiento de la
Caducidad,
Tiene que asumir su espanto, el espanto de todo
Error
Y, conociéndolo, beberlo hasta las heces;
Tiene que reflexionar el espanto
No para torturarse, pero sí
Porque sólo en esa reflexión
Puede superarse el terror,
Porque solo después es posible
Llegar al ser
A través de la córnea puerta del terror;
Por eso el hombre se halla abocado al espacio de
Toda inseguridad,
Como si ya ninguna nave le llevara,
Aunque flote en su oscilante barca;
Por eso se halla abocado a los espacios y más espacios
De su introspección,
A los espacios de su yo introspectivo,
Destino del alma humana;
Más aquel detrás del cual
Se han cerrado los pesados batientes del terror,
Ha alcanzado el atrio de la realidad, y
Lo que fluye desconocido, sobre lo cual se desliza
Fluctuando,
El no conocimiento, se vuelve para él conocimiento
Del saber,
Porque es el crecimiento fluyente de su alma,
Lo inacabablemente inacabado de sí mismo,
Que sin embargo se desarrolla como unidad,
Apenas el yo se cerciora de sí mismo,
Percibida imperecederamente grabado su crecimiento,
La fluida unidad del todo, vista por él
En una simultaneidad cuyo ahora
Hace uno solo de todos los espacios a que se halla
Abocado,
Uno y único espacio originario,
E igual a éste
Que guarda en su seno al yo, para ser mantenido
Sin embargo por el yo,
Es abarcado por el alma y sin embargo rodea al alma,
Descansando en el tiempo y determinando las edades
Sometido a la ley del conocimiento y creando el
Conocimiento,
También flotando en su fluido crecimiento,
También flotando en el fluido crecimiento de su génesis
Único
Origen de la realidad,
Tan grande en su trascendencia la mutua irradiación
De lo interior y lo exterior,
Que el fluctuar y el ser detenido, la liberación y el
Encarcelamiento
Confluyen en indistinguible transparencia común,
Oh tan imperecederamente necesario,
Oh tan transparente sobre todas las masas,
Que en la cerrada esfera superior,
Que sólo alcanza la mirada, sólo alcanza el tiempo,
En ambos conocido,
Reflejado en ambos, reflejado en el abierto
Rostro humano dirigido al cielo por suave y férrea
Mano
Envuelto en destino,
Envuelto en estrellas,
Resplandece el don prometido de la no caducidad,
Liberado del azar del tiempo donado para siempre,
Abierto al conocimiento del consuelo en lo terreno…,
Y consoladoras se
unían en la senda de la luna las esferas, unidas entre sí las esferas celestes y
terrenas, consoladoras como el aliento que ha de volver al pecho desde el
universo bañado por la luna , consoladoras anunciando que nada ha sido en vano,
que lo hecho en pos del conocimiento no ha sido en vano, y gracias a su
necesidad no pudo ser en vano. Esperanza en lo inacabado e inacabable, y además
muy tímidamente, la esperanza de poder terminar La Eneida. Eco resonante
de la promesa en lo terreno, lleno de esperanza, animando la confianza
terrenal; el mortal está dispuesto a recibir, rodeado por el ser terreno.
(…)
Oh confianza del
hombre que sabe que nada ha ocurrido en vano, que nada ocurre en vano, aunque
sólo haya desengaño y ninguna senda conduzca fuera de la espesura, oh confianza
que sabe que aun allí donde la decisión cae del lado de la desventura, ha
crecido el conocimiento de lo vivido, que el aumento de conocimiento en el mundo
queda, que queda en él el eco claro y fresco de la consecuencia que puede
llegar a conseguir la acción terrena del hombre, tantas cuantas siga a su
necesidad inteligente y alcance a iluminar precisamente la terrenalidad y su
sueño de rebaños. Oh confianza llena de certeza, no irradiada del cielo sino
nacida en el alma humana, terrenalmente, gracias al deber de conocimiento que
le ha sido impuesto…, ¿no ocurrirá pues terrenalmente también el cumplimiento
de esa confianza, en cuanto es posible que se cumpla?
(Hermann Broch, La muerte de Virgilio.Alianza
Editorial.Madrid 1998, páginas 149-153.Versión de J.M. Ripalda sobre traducción
de A. Gregori)
Regressus
Gustavo Bueno Martínez (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1
de septiembre de 1924-Niembro, Asturias, 7 de
agosto de 2016)1 fue un filósofo
español.
Desde 1970 fue
desarrollando un sistema que más tarde denominó «materialismo filosófico». Es considerado
uno de los mayores filósofos españoles del siglo XX e inicios del XXI.
“Las esencias constituyen la unidad dialéctica
de los fenómenos a través de sus referencias fisicalistas. El plano esencial se
alcanza mediante un proceso de idealización, estilización o paso al límite
producido por el choque entre el sector fisicalista y el sector fenomenológico.
Las esencias son así independientes de los sujetos (plano fenomenológico) y
reconstruyen los objetos (plano fisicalista), envolviéndolos y dándoles el
sentido de identidades materiales sintéticas a través de la confluencia de
cursos operatorios distintos.”
(Gustavo Bueno, Nosotros y ellos. Pentalfa Ediciones
1990. Glosario, páginas 121-126)
Los cuatro estilos de la natación de competición
constituyen un ejemplo de “esencias” en dicha práctica deportiva.
“Aquí la dialéctica
filosófica y la crítica revolucionaria resultan ser las dos caras de la misma
medalla. En efecto, cuando la producción se entiende en su reducción categorial
y eminentemente cuando esta producción reducida no es la producción en general,
sino la producción burguesa —que es el tema explícito de los Grundrisse—, entonces el proceso
productivo adoptará la forma de un ciclo recurrente, incluso de un estado
estacionario o de «equilibrio metaestable» que tenderá a perpetuar
(«eternizar», dice Marx) las formas de producción burguesa y, por consiguiente,
a atenerse a su positividad, en
el sentido de la práctica y de la ciencia reaccionarias-no revolucionarias. La
positividad de esta reducción es, en sí misma, un hecho positivo; Marx mismo,
en los Grundrisse más que en El Capital, constata cómo la sociedad
burguesa recapitula todas las formas precedentes, que sólo desde ellas pueden
ser comprendidas (I, 26); habla de la ridiculez de toda nostalgia (propia de melancólicos, como decía Spinoza) de
la «plenitud primitiva» sentida desde la burguesía (I, 90) y subraya «la
belleza y la grandeza» de este sistema (burgués) cifrándola precisamente en el
«metabolismo», dado en su seno, entre los objetos materiales y los sujetos
individuales universales (I, 89). Se comprende que el cierre categorial de esta
categoría (subcategoría) económica que es el modo de producción burgués
aparezca necesariamente, en su reducción interna, como el campo positivo de la
ciencia y práctica política y económica (desde Jevons a Keynes) como el
desarrollo, siempre deseable subjetivamente por los dominadores dentro de los
supuestos de esta sociedad, aun reconociéndose por muchos la necesidad de
mantener el desatollo dentro de unos límites que permitan justamente la
recurrencia, por la negación de las negaciones del sistema mediante el
maltusianismo o la guerra. Se comprenderá también que la regresión dialéctica
sobre los supuestos de este sistema (cuando la trituración no es vacía,
expresión del nihilismo) es solidaria de la crítica revolucionaria, que,
realizando la negatividad dada en el propio sistema (la injusticia, la crisis,
la guerra), realiza a su vez la ontología dialéctica.
Esta ontología es
precisamente la que en los Grundrisse es
constantemente nombrada. Y una ontología que no se construye simplemente por el
regressus a un plano supuesto
más allá de las realidades positivas de cada momento (las mercancías, los
intereses subjetivos y su regulación por los intercambios comerciales y la
guerra), por cuanto el espíritu objetivo sólo existe en la mediación positiva
de las cosas y los sujetos reducidos. Son las inconmensurabilidades entre estos
términos —por ejemplo, el valor y el precio (I, 162)— aquellas que revelan la
negatividad de esas positividades y nos remiten al espíritu objetivo como idea
ontológica solidaria de la misma crítica revolucionaria no nihilista.” (Gustavo Bueno, Sobre el significado de los
Grundrisse. Sistema, Madrid. Mayo 1973, nº 2,15-39)
Casi cincuenta años (46 (EM) y 45 (SSG) son un período muy
dilatado con transformaciones “esenciales” del capitalismo y del "socialismo real" (realizadas y en
curso de realización) y de las "fuerzas del trabajo".Ahora estamos “in medias
res” de las mismas.
Desde dicha situación y con ánimo no nihilista parece que
puede constatarse lo que se indica a continuación con una finalidad
eminentemente práctica.
La esencia del capitalismo –hoy más que nunca- sería la
ley de valorización del capital. La misma solo se despliega históricamente.
Dicha esencia sería incompatible con la valorización natural (recurso finitos),
con la valorización individual (capital vivo) y con la valorización social
(capital social de una comunidad humana).La ausencia de límites internos a la
valorización del capital entraña la depredación de los capitales naturales,
humanos (esferas) y sociales (generaciones) El movimiento histórico del capital
no tiene límites naturales, humanos (esferas), espaciales (migraciones) o
temporales (generaciones). Por el contrario se realiza transformando en capital
(trabajo muerto) la naturaleza, el hombre (esferas), el espacio (comunidades) y
el tiempo (ruptura generacional) y desalojando de su lógica todo aquello que en
la naturaleza, el hombre (esferas), el espacio y el tiempo (generaciones) no es
integrable en su ley y resulta, por ello, algo de lo que hay que prescindir
(desalojo o “enclosure” de los componentes naturales, humanos (esferas),
espaciales (comunidades) y temporales (generaciones)).
La filosofía y la mera praxis humana solo pueden tener
hoy- cuando fracasan o están inmersos en una grave crisis los modos de mediación que han venido
operando- una “implantación política” (implantación gnóstica e implantación política, EM) en la crisis del capitalismo y de la
democracia.
"My
basic sense is that we are at the end of one of the six or so major
globalization cycles that have occurred in the past two centuries. If I
am right, this means that there still is a pretty significant set of
major adjustments globally that have to take place before we will have
reversed the most important of the many global debt and payments
imbalances that have been created during the last two decades. These
will be driven overall by a contraction in global liquidity, a sharply
rising risk premium, substantial deleveraging, and a sharp contraction
in international trade and capital imbalances."
MPetiss
MPetiss
Democracies will increasingly have to choose between raising wages and
redistributing income or maintaining free trade and capital flows.
Because they are likely to choose the former, the world may face a
long-term reversal of globalization.
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