En una parte del mural, seis figuras pequeñas rodean la cabeza de un anoa, un pariente enano del búfalo de agua. Los investigadores interpretan las seis entidades como figuras abstractas que combinan rasgos animales y humanos. La segunda figura desde arriba, por ejemplo, parece tener pico.
El panel de roca con arte rupestre abarca 2,4 metros de la pared trasera de Leang Bulu' Sipong 4, una de las muchas cuevas de la región de Maros-Pangkep, en Célebes.
Cuando hablo de esperanza, no
me refiero a la que afecta a uno mismo. Es cierto, sin duda, es difícilmente
evitable que uno tienda a darse demasiada importancia, pero lo que se oculta
detrás de esto es el sentimiento de haber fracasado en aquello que uno hubiera
preferido: dar importancia a todos. Hoy,
de un modo que jamás habría sido posible predecir, la tierra se ha convertido
en una unidad, en su condición de amenazada. Con creciente aceleración, se ha
vuelto más vieja y más rica: sin embargo, su futuro se contrae implacablemente.
Lo que ocurra a la Tierra,
y puede ocurrirle muy pronto, afectará incluso al más egoísta de los hombres, a
aquel que con frío corazón no tema contribuir a la destrucción en aras de
alguna finalidad equivocada. La verdadera esperanza solo puede valer para todos, y hay que vivir como si la Humanidad fuera a
perdurar. Por suerte, a la mayoría no le resulta posible adaptarse a la idea de
su ruina.
El juego al que una parte
importante de la literatura moderna se dedica, el de poner en duda el valor de
la vida, me parece un error. La amenaza
que tenemos delante de nosotros, a la que hemos de mirar cara a cara,
debe decidirnos a considerarla como una enemiga, y puede convertirse en
cualquier cosa menos una atracción. Como soy de los que preferirían morderse la
lengua antes que suavizar las cosas, quiero decir aquí que no he abandonado la
esperanza ni por un instante. Con cada amenaza, y hay más que suficientes, el
valor de la vida ha aumentado para mí. Me hubiera avergonzado de la lengua,
habría enmudecido, de haberse apoderado de mí la convicción de que estamos
condenados sin salvación. De nuestro esfuerzo, de nuestro pensamiento que jamás
se detiene, depende hallar la escapatoria a la fatalidad de esta época. Es una
tarea que cada uno tiene que superar a su manera, porque cada cual es
consciente de lo espléndida que puede ser esta vida si uno no se rinde.
(Elias Canetti: Lengua y
esperanza (1975), traducción Carlos Fortea)
El escritor es el guardián de
las metamorfosis
(Elias Canetti)
Puedo ir a mis sueños
esperando arribar a un día nuevo y más rico
(HDT
Diario 16 de julio de 1851)
Lo más audaz de la vida es
que aborrece a la muerte, y despreciables y desesperadas son las religiones que
difuminan ese odio.
Las almas de los muertos están en los otros, los que sobreviven, y allí van muriendo del todo lentamente.
Los intentos por mantener vivo el recuerdo de los hombres, en vez de a ellos mismos, son, pese a todo, lo más grande que la humanidad ha hecho hasta ahora.
(Elias Canetti (1905-1994), Apuntes contra la muerte (1942-1948))
Las almas de los muertos están en los otros, los que sobreviven, y allí van muriendo del todo lentamente.
Los intentos por mantener vivo el recuerdo de los hombres, en vez de a ellos mismos, son, pese a todo, lo más grande que la humanidad ha hecho hasta ahora.
(Elias Canetti (1905-1994), Apuntes contra la muerte (1942-1948))
(Primera vez aquí 5 de agosto de 2010)
“Por
cada persona que caiga en esta guerra, por cada persona que muera mientras yo
mismo siga vivo, deberá encenderse en mí un pensamiento. De no ser así, ¿qué
otras velas tendría? (…) En esos cirios de difuntos deberán darse a conocer (…)
¡Ay de mí si dejo que se apaguen!”
Elias Canetti (Libro de los muertos)
(Primera vez aquí el 26 de febrero de 2012)
Quizás cada respiración tuya
sea el último aliento de otro
E. Canetti
(Primera vez aquí el 12 de octubre de 2014)
UNO.
Claro que sí. No importaba cómo se llamara una persona.
OTRO.
¿Y el nombre no tenía entonces nada que ver con la hora?.
UNO. En absoluto. No se sabía
la hora.
OTRO. No lo entiendo,
¿quieres decir que ni un solo hombre, tenía idea de en qué momento iba a morir?
UNO. Exactamente. Ni uno
solo.
OTRO. Pero ahora dime,
hablando en serio, ¿puedes imaginarte algo semejante?
UNO. Francamente, no. Por eso
lo encuentro tan interesante.
(…)
UNO. Pues nosotros hemos
avanzado un poquito más.
OTRO.¿Un poquito? No podemos
llamar seres humanos a esa gente.
UNO. Y, sin embargo,
pintaban, escribían y componían música. Entre ellos había filósofos y grandes
espíritus.
OTRO. Es ridículo. El más
humilde de nuestros zapateros es un filósofo más grande, pues sabe qué va a
ocurrirle. Puede distribuir exactamente el tiempo que ha de vivir y hacer
planes sin miedo, está seguro de su tiempo de vida y puede confiar en la cifra
de sus años tanto como en sus piernas.
UNO. Creo que la revelación
de la hora es el mayor progreso que ha habido en la historia de la
humanidad.
OTRO. La verdad es que antes
eran salvajes. Pobres diablos.
UNO. Bestias
(Elías Canetti, (“Die Befristeten”) Los emplazados
(1952, Prólogo. Traducción de Juan José del Solar)
(Primera vez aquí el
1 de febrero de 2015)
SHICKEL.(…)¿Hasta dónde puede metamorfosearse un ser humano?
CANETTI. Tal vez debería decir primero que yo reconozco el origen del ser humano en su capacidad para metamorfosearse. La diferencia entre el hombre y el animal no empieza para mí con el trabajo, una conjetura que usted sin duda conoce, sino que se remonta hasta mucho, mucho más atrás.
SHICKEL. En eso está usted en los antípodas de Marx
CANETTI. Ciertamente. Yo situaría el origen del hombre en una época muy anterior a la prehistoria, una época que aún no podemos documentar con objetos, o tal vez sólo con unos cuantos objetos aislados. Creo que el hombre es un ser metamorfoseante par excellence y que llegó a ser hombre gracias a su capacidad de metamorfosearse en los animales que poblaban su entorno.
(Conversación
con Joaquim Shickel, 1972, Obra completa IX, traducción Juan José del Solar)
(Primera vez aquí el
28 de noviembre de 2015)
Jaume Plensa vive obsesionado
con los pensamientos que llenan el espacio
Y cita a William Blake: un pensamiento llena la inmensidad
Y cita a William Blake: un pensamiento llena la inmensidad
Las cuatro patas de mi mesa
cuando empecé a trabajar erán Shakespeare, Blake, Baudelaire y Dante.Luego esto
fue creciendo con Vicente Andres Estellés, un poeta valenciano que creo que hay
que recuperar, Jose Angel Valente, la generación del 27...y Después descubriría
a William Carlos Williams en una librería de viejo en Dallas.Me ha ayudado
mucho a crecer Elías
Canetti, que no es poeta pero escribe poesía pura, Einstein y el matemático
Francés René Thom con su teoría de las catástrofes.
Yo he reivindicado el retorno de la belleza en el día a día de la gente porque creo que la belleza es revolucionaria
"Jaime, no olvides nunca que la memoria es más vasta que nuestros recuerdos" le dijo Valente
Todavía somos capaces de reinventar, de crear algo
... la mentira se ha institucionalizado...
Ser destructivo es fácil, pero prefiero arriesgarme a decir:
"Y esto, ¿por qué no?"
(JAUME PLENSA)
(Primera vez aquí el
3 de noviembre de 2018)
Fotografías de pinturas rupestres en Célebes (Indonesia)