Saturday, June 13, 2015

LA VOZ DEL VERANO




En general voy siendo cada vez menos de la opinión según la cual los hombres, actos y acontecimiento adquieren su forma irrevocable en el instante  en que penetran en lo pasado, y permanecen así por toda la eternidad. Ocurre lo contrario, aquel tiempo que entonces era  todavía futuro está modificándose continuamente. En este aspecto el tiempo es un todo; y lo mismo que todo lo pasado actúa en el futuro, también el presente actúa sobre lo pasado modificándolo. Hay así cosas que entonces todavía no eran verdad; pero nosotros las hacemos verdaderas. Y asimismo se modifican los libros, como frutas o vinos  que van madurando poco a poco en la bodega. Hay a su vez otras cosas que se marchitan con rapidez, que se vuelven nulas, incoloras, insípidas, que nunca han sido.

Ahí reside también uno de los muchos sentidos que justifican el culto de los antepasados. Viviendo nosotros como hombres justos enaltecemos a nuestros padres, del mismo modo que el fruto enaltece el árbol. Es algo que se ve en los padres de grandes hombres; salen y se destacan de lo innominado, de lo pasado, cual si se hallaran circundados por una luz.

Pasado y futuro son espejos y entre ellos brilla, inaprensible para nuestros ojos, el presente, pero al morir cambian los aspectos; los espejos comienzan a fundirse y el presente se destaca de un modo cada vez más puro, hasta que en el instante de la muerte se torna idéntico a la eternidad.

La vida divina es presente eterno. Y sólo hay vida en aquellos sitios donde está presente lo divino.

(…)

El milagro es la sustancia de la que se alimenta la vida.

(Ernst Jünger, Radiaciones, 5 de mayo de 1943)

Los pastos agostados no están muertos para mí. Una forma bella tiene tanta vida en una estación como en otra

HDT


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