TINTES OTOÑALES : LO ABSOLUTO NO QUEDÓ ATRÁS: El blog pretende publicar, principalmente, traducciones al español de textos y poemas de Henry David Thoreau y referencias a trabajos sobre dicho autor.
TINTES OTOÑALES
HENRY DAVID THOREAU
“Atumnal Tints”fue dado a conocer por primera vez en una conferencia en Worcester
el 22 de Febrero de 1859.Apareció póstumamente en el Atlantic Monthly
en Noviembre de 1862.Al igual que su objeto es un texto vivo.
(...)
Nuestros apetitos han comúnmente confinado nuestras visiones de la
madurez y sus fenómenos, color, sabor y perfección, a las frutas que
comemos y estamos inclinados a olvidar aquella inmensa cosecha que no
comemos, que a duras penas usamos, y que es anualmente madurada por la
Naturaleza. En nuestras Ferias de Ganado y Exhibiciones de Horticultura
hacemos, pensamos, una gran exhibición de frutas honestas destinadas sin
embargo a un fin innoble, frutas no valoradas principalmente por su
belleza. Pero alrededor y dentro de nuestras ciudades hay anualmente
otra muestra de frutos, de una escala infinitamente más grande, frutos
que apelan solo a nuestro gusto por la belleza. Octubre es el mes de las
hojas pintadas. Su rico destello irradia ahora alrededor del mundo.
Como las frutas y hojas, y el propio día, adquieren un tinte brillante
justo antes de morir, así también el año se acaba. Octubre es su cielo
de ocaso; Noviembre su última luz.
En algún momento pensé que
merecería la pena conseguir un ejemplar de hoja de cada árbol
caducifolio, arbusto y planta herbácea cuando hubiera adquirido su color
brillante más característico, en su transición del estado verde al
marrón, precisarlo y copiarlo exactamente, con pintura, en un libro, que
debería titularse “Octubre o Tintes otoñales”, comenzando con el rojo
más temprano –Woodbine y similares de hojas radicales, continuando por
los Maples, Hickories y Sumacs, y muchas otras hojas bellamente moteadas
menos conocidas, hasta los últimos Oaks y Aspens.
¡Qué recuerdo
sería un libro así!.Solo necesitarías pasar sus hojas para deambular a
través de los bosques otoñales cuando quisieras. O si pudiera preservar
las hojas por ellas mismas, no caídas, todavía sería mejor. He hecho
poco progreso hacia un libro así, en cambio, he intentado describir
todos estos tintes brillantes en el orden en que ellos mismos se
presentan, Los que siguen son algunos extractos de mis notas.
(...)
HOJAS CAIDAS
El otro día apenas pude encontrar un manantial bien conocido, e
incluso supuse que se había secado, porque estaba completamente oculto
por hojas frescas caídas, y cuando las retiré y lo hice visible, fue
como golpear la tierra con la vara de Aaron para hacer manar una nueva
fuente.
Cuando voy al río el día después de la principal caída de
hojas, el dieciséis, encuentro mi bote completamente cubierto, el fondo y
los asientos, con las hojas del sauce dorado bajo las que está varado, y
zarpo con una carga de ellas sonando bajo mis pies. Si lo vacío, sería
de nuevo completamente mañana. No las considero basura, para ser
arrojada, sino que las acepto como paja o solado adecuado para el fondo
de mi bote.
Cuando giro en la entrada del Assabet, que está en la
espesura, largas flotas de hojas flotan sobre su superficie, como si
salieran al mar, con espacio para bogar, pero cerca de la orilla, un
poco más lejos, son más gruesas que la espuma, ocultando el agua con una
cuerda de espesor, bajo y entre los alders, button-bushes y arces
,todavía perfectamente ligeras y secas, con la fibra inalterada y en un
recodo rocoso, cuando son paradas por el viento matutino, algunas veces
forman un ancho y denso saliente a través del río.
Cuando giro mi
proa en esa dirección, y la ola que formo las golpea, escucho qué
placentero murmullo se desprende de estas secas sustancias golpeándose
entre sí. A menudo es solo su ondulación lo que revela el agua bajo
ellas. También cada movimiento de la tortuga del bosque en la playa es
traicionado aquí por su crepitar. O incluso en la mitad del canal,
cuando el viento se levanta, las escucho volar con un sonido tenue. Más
arriba se mueven despacio en círculos en algún gran remolino del río,
como el de “Leaning Hemlocks”, donde el agua es profunda y la corriente
se disipa en la ribera.
Quizás en la tarde de ese día, cuando el
agua está perfectamente tranquila y llena de reflejos, remo
tranquilamente corriente abajo y, entrando en el Assabet, alcanzo un
recodo en calma donde inesperadamente me encuentro rodeado por miríadas
de hojas, como compañeras de viaje, que parecen tener el mismo propósito
o voluntad de propósito que yo.
Mira esta gran flota de dispersos
botes de hoja entre los que remamos, en esta suave bahía del río, cada
uno doblado hacia arriba en cada extremo por el trabajo del sol, cada
nervadura como una rígida rodilla, como botes de piel y de todos los
diseños. El de Caronte probablemente entre el resto, y algunos con
elevadas proas y popas, como los navíos pausados de los antiguos,
moviéndose escasamente en la tenue corriente-como las grandes flotas,
las densas ciudades Chinas de botes con las que te mezclas al entrar en
algún gran mercado, algún Nueva York o Cantón, a los cuales juntos nos
aproximamos con parsimonia.
¡Cuán gentilmente ha sido depositado
cada uno en el agua¡.Ninguna violencia ha sido todavía usada contra
ellos, aunque, quizás, corazones palpitantes estuvieron presentes en su
botadura. Y patos de colores, también, el espléndido wood-duck (aix
sponsa) entre ellos, vino a menudo a navegar y flotar entre las hojas
pintadas-cascos de un modelo todavía más noble!.
¡Qué bebidas
plenas de hierbas están disponibles ahora en los pantanos¡.¡Qué
fuertemente medicinales pero ricos aromas de las hojas que caen!.La
lluvia que cae sobre las frescamente secas hojas y hierbas, y llena los
estanques y agujeros en los que han caído limpias y rígidas, pronto las
convertirá en té-verde, negro, marrón y amarrillo, de todos los grados
de fuerza, bastante para poner a toda la naturaleza a alabar. Tanto si
las bebemos como tales como si no, antes de que su fuerza sea extraída,
estas hojas secadas sobre los grandes cobres de la naturaleza son de tan
varios y puros tintes como los que pudieron hacer la fama de los tes
orientales.
¡Cómo se mezclan, de todas las especies, roble y arce,
nogal y abedul¡. Pero la naturaleza no es desordenada con ellas, es un
perfecto cultivador, las almacena todas. Considera qué vasta cosecha es
así depositada anualmente sobre
cualquier grano o semilla, es la
gran cosecha del año. Los árboles están ahora repagando con interés a la
tierra lo que tomaron de ella. Están descontando. Están añadiendo el
grosor de una hoja a la profundidad del suelo. Esta es la bella vía en
que la naturaleza consigue su abono mientras yo regateo con este hombre y
aquel, quien me habla del sulfato y del coste del transporte. Todos son
los más ricos por esta caída. Estoy más interesado en este grano que en
el césped inglés o en el maíz. El prepara el suelo virgen para los
campos de maíz y bosques futuros, sobre los que la tierra se engrosa. El
conserva nuestra posesión en un buen corazón.
Por su bella
variedad ningún cultivo puede ser comparado con este. Aquí no está solo
el simple amarillo de los granos, sino casi todos los colores que
conocemos, sin exceptuar el azul más brillante: el temprano arce que
enrojece, el “poison-sumac” ondeando sus pecados como escarlata, el
“mulberry ash”, el rico amarillo-cromo de los álamos, el “huckleberry”
rojo brillante, con los cuales las espaldas de las colinas están
pintadas, como con aquellos de las ovejas. La helada los toca y con la
más tenue respiración del día que vuelve o vibración del eje de la
tierra, mira en qué oleadas vienen flotando al suelo. El suelo está en
todas partes coloreado con ellas. Pero ellas todavía viven en la tierra,
cuya fertilidad y tamaño incrementan y en los bosques que nacen de
ella. Ellas cayeron par alzarse, para llegar más alto en los años
venideros, trepando por la savia en los árboles, y las primeros frutos
de la savia así surgidos, al fin transmutados, pueden adornar su corona,
cuando , en los años venideros, ha llegado a ser el monarca del bosque.
¡Es agradable caminar sobre las alfombras de estas frescas,
crujientes y murmullantes hojas!.¡Qué bellamente caminan a sus tumbas,
que gentilmente se tienden por sí mismas y regresan al suelo
fértil!-pintadas de una miríada de tintes y preparadas para hacer vivir
nuestras alfombras. Así se dirigen a su último reposo, ligeras y con
frescura.
No ponen ninguna semilla, sino que meramente van
corriendo sobre la tierra, seleccionando el lugar, eligiendo un terreno,
sin disponer ninguna valla de hierro, susurrando a través de todos los
bosques acerca de ello- algunas eligiendo el lugar donde debajo los
cuerpos de los hombres están vertiéndose en la tierra y encontrándolos a
mitad de camino.
¡Cuántos espasmos antes de descansar quietamente
en sus tumbas!.Ellas que surgieron tan altamente, cuán serenamente
regresan al polvo otra vez, y son tendidas abajo, resignadas a yacer y
decaer al pie de un árbol, y a proporcionar alimento a nuevas
generaciones de su clase, como antes a vibrar en lo alto. Ellas nos
enseñan cómo morir. Uno se pregunta si alguna vez llegara el tiempo en
el que los hombres, con su inflada fe en la inmortalidad, yacerán en el
suelo tan elegantemente y tan maduros- y con tal serenidad de un verano
indio se quitarán su cuerpos como ahora se quitan su pelo y uñas.
Cuando
las hojas caen, toda la tierra es un cementerio placentero por
recorrer. Amo considerar y meditar sobre ellas en sus tumbas. Aquí no
hay mentira alguna ni vanos epitafios. ¿Qué importa que no poseas un
nicho en el Monte Auburn?.
Tu terreno está seguramente dispuesto
en este vasto cementerio, que ha sido consagrado desde antiguo. No
necesitas atender ninguna subasta para asegurarte un lugar. Hay espacio
suficiente aquí. La Lysimachia florecerá y el pájaro huckleberry cantará
sobres
tus huesos. El leñador y el cazador serán tus
enterradores y los niños saltarán sobre los límites tanto como quieran.
Permítasenos caminar en el cementerio de las hojas -este es tu verdadero
Cementerio del Bosque verde (Greenwood Cemetery).
ARCE DE AZUCAR
(...)
Pero para limitarnos a los Arces. ¿Qué sucedería si nos tomáramos la
mitad de molestias en protegerlos que las que nos tomamos en
plantarlos-no atando estúpidamente nuestros caballos a sus
troncos-dalia?.
Qué pretendieron los fundadores al establecer esta
perfecta institución viviente delante de la Iglesia- la institución que
no necesita reparación ni revoco, que es continuamente prolongada y
reparada por su crecimiento?.Seguramente ellos
Forjados en una sádica sinceridad
No se pudieron liberar de Dios por ellos mismos
Ellos plantaron mejor que supieron
Los árboles conscientes crecieron hacia la belleza
Verdaderamente
estos Arces son predicadores baratos, permanentemente en paz, que
predican sermones de medio siglo, un siglo y ay de un siglo y medio, con
unción e influencia en constante crecimiento, dirigiendo a muchas
generaciones de hombres; y lo menos que podemos hacer es proporcionarles
compañeros adecuados a medida que empiezan a estar enfermos.
EL ROBLE ESCARLATA
(...)
Es destacable que el último color brillante general deba ser este
profundo oscuro escarlata y rojo, el más intenso de los colores. ¡La
fruta más madura del año, como la mejilla de una dura y brillante
manzana roja de la fría Isla de Orleáns, que no estará madura para ser
comida hasta la próxima primavera!.¡Cuando asciendo a la cima de un
colina, un millar de estas grandes rosas Roble, distribuidas a cada
lado, tan lejos como el horizonte!¡Losadmiro desde cuatro o
cinco millas de distancia!¡Mi propósito no fallido de la pasada
semana!.Estas últimas flores del bosque sobrepasan todo lo que la
primavera y el verano puedan hacer. Sus colores no serán sino raras y
pequeñas manchas (creadas para los cortos de vista que andan entre las
hierbas más humildes y los bajos del bosque) y no producen ninguna
impresión sobre un ojo lejano. Ahora es un bosque extenso o la vertiente
de una montaña, por los que viajamos día a día, lo que arde en flor.
Comparativamente, nuestra jardinería es a pequeña escala, el jardinero
alimentando todavía unos pocos asters entre semillas muertas, ignorante
de la rosa y asters ciclópeos, que le harían sombra y no requieren
ningún cuidado suyo. Es como un pequeño fondo rojo pintado sobre un
plato y sostenido contra el cielo del amanecer.¿Por qué no tener vistas
más amplias y elevadas, andar en el gran jardín, no camuflarse en un
pequeño y degradado rincón suyo?. ¿Considerar la belleza del bosque y no
meramente la de unas pocas hierbas confiscadas?.Permite que tus paseos
sean ahora un poco más aventureros, asciende las colinas. Si hacia el
fin de Octubre asciendes cualquier colina en las afueras de nuestra
ciudad, y probablemente de la vuestra, y miras hacia el bosque, tú
puedes ver bien lo que trato de describir. Todo ello seguramente lo
verás, y mucho más, si estás preparado par verlo, si lo buscas. En otro
caso, a pesar de regularidad y universalidad de este fenómeno, tanto si
estás en la cima como si estás en el valle, pensarás durante 30 años que
todo el bosque es, en esta estación, oscuro y marrón. Los objetos están
disimulados a nuestra vista, no tanto porque estén fuera de nuestro
campo visual como porque nosotros no hacemos que nuestras mentes y ojos
los enfoquen, porque no hay ningún poder en el ojo en sí mismo más que
en cualquier otro pigmento impresionable. No reparamos en lo lejos y
ancho, o en lo cerca y estrecho, que debemos mirar. La mayor parte de
los fenómenos de la Naturaleza permanecen, por esta razón, ocultos en
nuestras vidas. El jardinero solo ve el jardín del jardinero. Aquí
también, como en la economía política, la oferta crea su propia demanda.
La Naturaleza no cosecha perlas antes de la ostra. Hay tanta belleza
visible para nosotros en el paisaje como aquélla que estamos preparados
para apreciar, ni un grano más. Los objetos actuales que un hombre verá
desde la cima de una concreta colina son tan diferentes de los que otro
verá como diferentes son los que observan. El Roble Escarlata debe, en
un sentido, estar en tu visión cundo tu marchas. No podemos ver nada
hasta que tomamos posesión de su idea, lo tomamos en nuestras mentes-y
entonces a duras penas podemos ver algo diferente.
(...)
Estas brillantes hojas que he mencionado no son la excepción sino la
regla, porque yo creo que todas las hojas, incluso las hierbas y musgos,
adquieren colores más brillantes justo antes de su caída. Cuando
observas fielmente los cambios de cada planta humilde, hallas que cada
una tiene, antes o después, su peculiar tinte otoñal y si te propones
hacer una lista completa de tintes tan brillantes, será casi tan larga
como el catálogo de plantas en tu vecindad.
HDT
(Traducción Guillermo G. Ruiz Zapatero)
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