Sunday, October 04, 2020

SANTO DOMINGO DE LA CALZADA (8/08/2020) Y EL NUEVO CAMINO DE SANTIAGO

 



¡Salud!, pues no ha sido mal hado el que te impulsó/

a seguir este camino, tan distinto de los trillados senderos de los hombres ¡

Parménides, en el Proemio del llamado “Poema ontológico” (traducción libre inspirada en la de García Bacca).

(…)

Permítaseme ilustrar lo que acabo de decir entrando en el mismo Camino de Santiago por un acceso que me es muy familiar, por cuanto he nacido y vivido durante años muy cerca de él (lo he re-corrido muchas veces, y he contribuido, como uno más entre los millares anónimos, sin pretenderlo ni advertirlo, a transmitir sus leyendas relatándolas acaso hasta dos docenas de veces a los viajeros que me preguntaban por ellas): el puente que construyó hacia el año 1044 y ss. Santo Domingo de la Calzada sobre el Río Oja, a fin de facilitar el paso de 1os peregrinos a Santiago que venían por el «camino francés» que, procedente de Estella, y de Nájera, se dirigía hasta Belorado y Burgos. El río «pedía un puente muy largo, por causa de que no tiene madre segura, por ser todo el sitio cascajoso, llano y de arena (que por eso llamaron a sus orillas también Glarea... y corrupto se llama hoy La Glera)"

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VI. Una interpretación filosófica (si puede hablarse así) del Camino de Santiago(…)

El célebre pensamiento de Machado. «se hace camino al andar», es un pensamiento que sólo a medias es verdadero: a medias es también profundamente erróneo. Pues sugiere que el camino efectivo, el vivo, el que está dotado de energía viviente (energeia) es un camino prístino, que va abriéndose al andar (o al cabalgar) el camino originario; lo que querría decir, que el camino que ya ha sido andado, el camino hollado o trillado, es un camino ya acabado (ergon), y, por tanto, per-fecto, inerte.

Pero el camino prístino, el camino abriéndose al andar no es todavía un camino o, si se quiere, es sólo un camino todavía in-fecto, aun no hecho. Porque un camino sólo existe como tal cuando los pasos de los hombres vuelven a andar sobre 1o ya andado, dirigidos por e1 camino objetivo que ya ha sido abierto. El camino per-fecto no es, por tanto, un camino inerte o muerto. Es la norma objetiva que con-forma el camino que comienza a ser re-corrido por los hombres una vez que otros hombres ya lo habían pisado. Tan «profunda como 1a sentencia de Machado es la inversa: “es el camino el que hace al andar» (en cuanto el andar es “caminar”), de modo parecido a como es la lengua (la lengua objetiva, normalizada) la que permite que los hombres puedan hablar, es decir, articular palabras en forma de discurso. Por ello, la idea de “camino» envuelve, ante todo, la idea del andar y del volver a andar lo andado, y en esto se diferencia de un mero “itinerario”, de una trayectoria que pudiera haber sido recorrida una sola vez y de modo irrepetible, corno irrepetibles fueron los «caminos en el mar», que se borraban inmediatamente, trazados por los precursores de Colón. El camino envuelve el andar y el re-andar, por tanto, envuelve a un número indefinido de personas. Una sola persona (incluso un grupo reducido, «privado» de personas) haría sólo un sendero, antes que un camino. El sendero, además, no requiere un término final definido como lo requiere el camino; la «senda puede perderse», hablamos de sendas perdidas. El camino envuelve a múltiples personas en número indefinido; el camino es siempre público y no hay «caminos privados» como no hay «círculos cuadrados». Alcanzamos, de este modo, un concepto estricto de camino que, sin embargo, no ha de tomarse como una mera construcción «deductiva» pero «sin curso legal»; por el contrario, cabría afirmar que el concepto asociado al término «camino» del español es precisamente el que hemos expuesto.

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Los caminos re-corridos por los hombres resultan ser así caminos “socializados”, caminos que envuelven anamnesis de recorridos anteriores (es decir, la presencia del pretérito). Son caminos que se encuentran por lo menos en las vísperas de la historia. El camino envuelve también, por tanto a1 caminar, la prolepsis de lo que va a venir después, puesto que la prolepsis (el futuro) no es otra cosa sino la misma anamnesis en cuanto re-presentación capaz de guiar los pasos nuevos, los pasos hacia el futuro, que reproducen pasos ya dados. Desde este punto de vista, se puede afirmar que e1 camino ya constituido es el camino capaz de conducirnos con seguridad a términos que pueden ser recordados, re-conocidos por nosotros, o por otros hombres: el camino se nos manifiesta ahora como un algoritmo, todos cuyos pasos están determinados por los anteriores: no cabe error, no cabe extravío. Tampoco esta conclusión tiene por qué ser acatada por la sola virtud de una inercia deductiva. La había ya incorporado a su concepto de “camino” Fray Luis de León en los Nombres de Cristo ; “por manera que este nombre camino, demás de lo que significa con propiedad, que es aquello por donde se va a algún lugar sin error”.

Muchas consecuencias pudieran derivarse de la tesis relativa al carácter público (no privado, menos aún individual o mal llamado personal) del camino. Pero la más importante es sin duda esta: que el camino, cada camino, canaliza, a través de su cauce, las trayectorias personales, las “líneas de universo” de cada individuo, al menos durante el intervalo temporal en el cual esa línea de universo pasa, junto con otras, por el camino considerado. Unas «líneas de universo» que no se circunscriben a ese intervalo durante el cual pasan o confluyen con un camino terrestre dado, puesto que lo desbordan siempre. Sin embargo, estas «líneas de universo», por cuanto pasan durante un intervalo suyo por algún camino dado, podrían ser denominadas también, por «contagio metonímico», caminos; si bien ahora el camino adquirirá determinaciones características que transforman dialécticamente el concepto estricto, llevando al límite ciertas características de este concepto, un límite en el que estas determinaciones características resultan ser negadas, a la manera como resulta negada la determinación constitutiva de una distancia al llevarla a su límite de «distancia cero». La Idea estricta de camino, al ser desarrollada hasta su límite, adquiere la determinación de original (nadie lo ha recorrido antes), la determinación de individual o «personal» (es mi camino), y la determinación de irreversible (no re-iterable). Esta Idea de camino-límite es también la Idea de un camino unilineal y orientado hacia el futuro; sin embargo, es un camino que no estará desvinculado enteramente de los caminos generales. Se identifica con ellos en intervalos de amplitud variable, durante los cuales cada camino personal podrá encontrarse con sus “compañeros de viaje”. Pero el camino personal es mi destino, el camino incierto que mi vida sin embargo ha de trazarse: Quod vitae sectabor iter?

(…)

Hemos dicho que el Camino de Santiago es camino por antonomasia, el camino según su significado más puro, si es verdad que 1o que Santiago pide a los que entran en é1, una vez constituido es precisamente caminar y caminar personalmente. Caminar hacia Santiago es ya orar y orar por el Camino de Santiago es caminar. Constituía una ficción, incluso una corrupción el que alguien cumpliera su peregrinación por delegación en otro, mediante estipendio; y, sin embargo, en esta misma corrupción, se mantenía la esencia del Camino. No era suficiente, en efecto, sustituir el caminar de una persona por una donación, por elevada que fuese: la donación tenía que movilizar en persona por lo menos a otro caminante, a título de peregrino vicario.

El Camino de Santiago es, ante todo, un camino real, efectivo. Un camino abierto en la tierra, aunque discurra paralelo al llamado «camino de las estrellas” Es un camino físico, material, grosero, materialista. Un camino rea1 no es una vía interioritatis puramente espiritual. La vía hacia 1a cual devotio moderna (subjetivista. mentalista, imaginaria, idealista) quiso, una y otra vez con diversa fortuna, des-viar a los peregrinos. El Camino de Santiago es un camino público, por ser camino, y sólo a través de él cada peregrino podría recorrer, a la vez, una parte de su propio camino personal, de su destino incompatible, por más que se encontrase en el Camino con compañeros de viaje o que incluso, los buscase (las «cofradías» de peregrinos).(…)

Concluiré: a Compostela no se va específicamente a curarse las llagas o las lepras, ni se va a conseguir la bienaventuranza, porque el Camino de Santiago no es un camino de perfección; no se va tampoco a luchar para deshacer entuertos o injusticias, porque éstas pueden intentar ser reparadas por cualquier camino o sendero por el que se marche, como marchaba Don Quijote. A Compostela se va para separarnos de nuestra vida cotidiana, pero no para separarnos del todo (para morir) sino con el pensamiento puesto en la vuelta, en el retorno, por un camino que ni siquiera tiene ya el sentido del Camino de ida. A Compostela se va cuando no estamos dispuestos a decir, con Don Quijote, que vale más camino que posada. Se va porque Compostela es un paradero al que llegan medio muertos los hombres más diversos y que esperan retornar vivos, reconciliados con su posada de siempre.

Y si ello fue así ¿qué tiene de extraño que este «simbolismo tautogórico» del Camino no se haya agotado, ni tenga por qué agotarse nunca del todo? ¿Qué tiene de extraño que el Camino sea recorrido, una y otra vez, de un modo creciente, atrayendo a las gentes de las tierras más lejanas? A gentes que sean capaces de imitar o representar a los peregrinos que les precedieron durante siglos (a veces en representación teatral, disfrazados con el atuendo del peregrino), de iniciar la totalización, en cierto modo, de la muchedumbre de caminos personales que fueron recorridos a 1o largo de los siglos.

En esta totalización, siempre aproximada, es acaso donde únicamente puede existir el verdadero Camino de Santiago, el de la Historia, en tanto éste es e1 camino de todos quienes 1o han recorrido. Un Camino, por tanto, diferente de cada uno de los caminos individuales que lo componen, pero no porque se encuentre en lugar diferente. De la misma manera que el dado ideal no es un dado separable de los dados reales, sino la totalización de todos ellos, en movimiento, así también el verdadero Camino histórico de Santiago es el camino ideal que totaliza todos los caminos personales y los representa a todos, en el límite, por el conocimiento. Este es el siempre nuevo Camino de Santiago, que no ha sido hollado por nadie, acaso porque nadie puede recorrerlo del todo, este es el «Camino tan distinto de los trillados senderos de los hombres».

(Gustavo Bueno, El nuevo Camino de Santiago: El Basilisco nº 18.Enero-Junio 1995)




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