Sunday, January 20, 2013

20 DE ENERO DE 2013 (SAN SEBASTIAN)



DIARIO 29 DE DICIEMBRE DE 1841 (I)



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El cielo es el lugar más adentro. Los que tienen el bien no tienen que viajar lejos. ¡Qué ánimo no podemos extraer del pensamiento de que nuestros trayectos no divergen y que no fuimos desviados, sino que tal como la red del destino se tejió se encuentra completa y somos dispuestos más y más en su centro!.Y nuestros destinos incluso son sociales.

Ninguna sabiduría puede tomar el lugar de la humanidad, y yo la encuentro en el viejo Chaucer que ama los sonidos más largos y que rima mejor que algunos de Milton o Edmund. Desearía que pudiera ser tan sereno como es Dios. Puedo convocar a mi mente la hora estival más serena en la que la cigarra canta sobre los gordolobos, y hay un valor en aquel tiempo cuya memoria es armadura que puede sonreír a cada golpe de la fortuna. Un hombre debería salir de la naturaleza con el canto del saltamontes y el trino del veery resonando en su oído. Estos sonidos terrestres solo morirán durante una estación, como las cuerdas del arpa vibran y resuenan. La muerte es aquella expresiva pausa en la música del estallido. Yo sería tan limpio como vosotros, bosques. No descansaré hasta ser tan inocente como vosotros. Sé que antes o después lograré una inocencia sin mácula, porque cuando considero tal estado, incluso ahora, estoy encantado. Si fuéramos suficientemente sabios deberíamos ver cuál es la virtud con la que estamos endeudados por cualquier momento más feliz que podamos tener; sin duda que la hemos ganado alguna vez. Estos movimientos ubicuos en la naturaleza deben ser seguramente las circulaciones de Dios.  

La vela desplegada, el arroyo que fluye, el árbol ondulante, el viento que sopla- ¿En qué otro lugar su infinita salud y libertad?.No puedo ver nada tan propio y santo como el ejercicio no relajado y jovial en este retiro que Dios ha construido para nosotros. La sospecha del pecado nunca alcanza a este pensamiento. Oh, si los hombres sintieran esto nunca construirían templos de mármol o diamante, sino que sería sacrílego y profano, y se ejercitarían siempre en este paraíso. En el día más frío él se funde en algún lugar. Parece que solo una cualidad, un pequeño incidente en la biografía humana debe decirse o escribirse en algún lugar para que todos los lectores pueden perseguirlo locamente, y para que el hombre que lo hizo sea considerado un semidiós por ello.

Lo que todos nosotros hacemos, nadie puede decirlo, y cuando algún hablante afortunado profiere una verdad de nuestra experiencia y no de nuestra especulación, pensamos que debe haber tenido para ayudarle las nueve Musas y las tres Gracias. Me puedo alargar mucho cuando vengo a la respiración de Chaucer; y pienso “Bien, yo podría ser el amigo de este hombre”, porque él caminó en aquel lugar común y retirado en el que yo lo hago, y no fue demasiado bueno para vivir. Me siento apenado cuando se destacan hechos no viriles que pudiera haber cometido, porque ello resta de su respiración y humanidad.

HDT

(traducción Guillermo Ruiz) 

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