Sunday, October 30, 2011

DIARIO 25 DE JULIO DE 1838

DIARIO 25 DE JULIO DE 1838

No hay otro remedio para el amor, sino amar más.


El material más duro obedece la misma ley que el más fluido. Los árboles no son sino ríos de savia y fibra leñosa fluyendo desde la atmósfera y vaciándose en la tierra por sus troncos, como sus raíces fluyen hacia la superficie. Y en los cielos hay ríos de estrellas y vías lácteas. Hay ríos de roca sobre la superficie y ríos de mineral en las entrañas de la tierra. Y los pensamientos fluyen y circulan, y las estaciones se suceden como afluentes del año en curso. El futuro lector de historia asociará esta generación, en sus pensamientos, con el hombre rojo (indio),y le dará crédito por alguna simpatía con dicha raza. Nuestra historia tendrá algunos tintes y reflejos cúpricos, al menos, y será leída como a través de la niebla un de verano-Indio; pero estas no fueron nuestras asociaciones. Sino que el Indio es absolutamente olvidado salvo por algunos poetas perseverantes. El hombre blanco ha comenzado una nueva era. ¿Qué conmemoran nuestros aniversarios sino las explotaciones del hombre blanco?.Para los logros Indios debe haber una memoria India; el hombre blanco solo recordará la suya. Hemos olvidado tanto su hostilidad como su amistad. Para el Indio no hay salvación sino en el arado. Para no ser barrido hasta el Pacífico debería empuñar el mango de un arado y dejar ir su arco y su flecha, su arpón y rifle. Esta es la única Cristiandad que le salvaría. Su destino le dice cruelmente: “olvida la vida del cazador y entra en la agrícola, el segundo estado del hombre. Agarraros un poco más hondo en el suelo, si queréis continuar siendo los ocupantes del territorio”. Pero confieso que tengo una no pequeña simpatía con los Indios y las tribus cazadoras. Ellos me parecen una gente diferente e igualmente respetable, nacidos para errar y cazar, y no para ser inoculados con la alboreante civilización del hombre blanco. El Padre Le Jeune, un misionero Francés, afirmó “que los Indios eran superiores en inteligencia a los campesinos franceses de la época” y aconsejó “que algunos trabajadores deberían ser enviados de Francia para trabajar para los Indios”.


El Indio quizás no ha acostumbrado su mente a algunas cosas a las que el hombre blanco ha consentido; el no ha descendido en todos los sentidos tan bajo; y por ello, aunque el también ama el calor y la comida, despliega su manta hecha jirones a su alrededor y sigue a sus padres, antes que vender su primogenitura. El muere, y sin duda su Genio le juzga bien. Pero el no es envilecido por la lucha, no es destruido. El solo migra más allá del Pacífico a tierras de caza más amplias y felices.


HDT


(traducción Guillermo Ruiz)

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