Thursday, August 09, 2007


Trazando la sobreutilización ecológica de la economía humana

Mathis Wackernagel, Niels B. Schulz, Diana Deumling Alejandro Callejas Linares, Martin Jenkins, Valerie Kapos, Chad Monfreda, Jonathan Loh, Norman Myers, Richard Norgaard y Jorgen Randers http://www.pnas.org/cgi/content/full/99/14/9266

Editado por Edward O. Wilson, Harward University, Cambridge, MA y aprobado el 16 de mayo de 2002 www.pnas.org.

La sostenibilidad exige vivir dentro de la capacidad regeneradora de la biosfera. Con el propósito de medir hasta qué punto la humanidad satisface este requisito usamos los datos existentes para representar la demanda humana sobre el medio ambiente como el área necesaria para la producción de comida y otros bienes, junto con la absorción de residuos. Nuestras cuentas indican que la demanda humana puede haber excedido la capacidad regeneradora de la biosfera desde 1980. Con arreglo a esta determinación preliminar y exploratoria, la carga humana representaba en 1961 el 70% de la capacidad global de la biosfera y creció al 120% en 1999.

Contabilizacion del Uso Humano de la Biosfera Global

La economía humana depende del capital natural del planeta, que proporciona todos los servicios ecológicos y los recursos naturales. La detracción del capital natural por encima de su capacidad de regeneración da lugar al agotamiento del stock de capital natural. Por medio de una contabilización de todos los recursos que compare la demanda humana con la capacidad biológica del globo, debería ser posible detectar este agotamiento y ayudar a definir un sendero hacia la sostenibilidad.

El propósito de este estudio es desarrollar tal patrón de contabilización y medir el alcance de la demanda actual de la humanidad sobre la capacidad bioproductiva del planeta.

(…)
Los resultados del cálculo y la hoja anotada de 1999 han sido publicados como información soporte en la web del PNAS, www.pnas.org.

Nuestras cuentas globales se construyen sobre determinaciones de la “huella ecológica” de la humanidad[i]-[ii]. Tales determinaciones están basadas en seis asunciones:
  1. Es posible guardar un registro de la mayoría de los recursos consumidos por la humanidad y de la mayoría de los desechos que genera.
  2. La mayoría de estos flujos de recursos y desechos puede ser medida en términos del área biológicamente productiva necesaria para mantener dichos flujos (aquellos flujos de recursos y desechos que no pueden ser medidos son excluidos de la determinación).
  3. Ponderando cada área en proporción a su productividad de biomasa utilizable (esto es, su potencial de producción de biomasa que es de interés económico para la gente), las diferentes áreas pueden expresarse en hectáreas estandarizadas. Estas hectáreas estandarizadas que llamamos “hectáreas globales” representan hectáreas con productividad de biomasa igual a la productividad promedio mundial en el año considerado.
  4. Porque las áreas implican usos mutuamente excluyentes, y cada hectárea global representa la misma cantidad de producción de biomasa utilizable, pueden ser sumadas para obtener el total que representa la demanda humana agregada.
  5. La oferta de servicios ecológicos de la naturaleza puede ser también expresada en hectáreas globales de espacio biológicamente productivo.
  6. La demanda de área puede exceder la oferta de área. Por ejemplo, un bosque talado a una tasa doble a la de su regeneración es representado en la cuentas como dos veces su área. Este fenómeno es denominado “sobreutilización ecológica”[iii]-[iv].

Por lo tanto, el impacto ecológico de la humanidad es medido como el área de tierra y agua biológicamente productiva necesaria para producir los recursos consumidos y asimilar los desechos generados por la humanidad, bajo las prácticas de gestión y producción predominantes en cualquier año considerado. No sólo las demandas humanas sobre la naturaleza, sino también las ofertas de la naturaleza cambian por la innovación tecnológica y en los métodos de gestión, cambios en el uso de la tierra y daños acumulativos de los impactos pasados.


Reconocemos que reducir la complejidad del impacto humano sobre la naturaleza a la biomasa apropiada ofrece solo una determinación parcial de la sostenibilidad global. Es un requisito necesario pero no suficiente para que la demanda humana, medida por nuestras cuentas, no exceda la capacidad biológica del globo.


Los Componentes del Impacto


Nuestras cuentas incluyen seis actividades humanas que exigen espacio biológicamente productivo. Son las siguientes:


(i) Cultivo de granos para comida, alimentación animal, fibra, aceite y caucho;
(ii) Pasto de animales para carne, pieles, leña y leche;
(iii) Tala para madera, fibra y combustible;
(iv) Pesca fluvial y marina:
(v) Infraestructura para vivienda, transporte, producción industrial y generación hidroeléctrica; y
(vi) Quema de combustibles fósiles.


En cada categoría y por cada año de la serie temporal de los años, calculamos tanto la demanda humana como la capacidad existente.


Nuestros cálculos descansan en fuentes de datos gubernamentales públicamente disponibles, y usan estimaciones conservadoras en caso de incertidumbre.


(…)


La quema de combustibles fósiles libera CO2 en la atmósfera. Calculamos la necesidad de área por este concepto estimando el área biológicamente productora necesaria para secuestrar emisiones de carbono o suficiente para evitar un incremento en la concentración de CO2 atmosférico. Como los océanos del mundo absorben cerca del 35% de las emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles[v]-[vi], computamos sólo el 65% restante, con base en la capacidad promedio anual de los bosques mundiales para capturar CO2. Esta capacidad es estimada tomando un promedio ponderado de biomasa de 26 bosques en la forma utilizada por el PICC y la FAO 18,28,[vii],[viii]. La capacidad de captura no permanecerá constante en el futuro. De hecho, el cambio en las concentraciones de CO2 atmosférico y la temperatura global pueden incrementar el nivel de saturación de la biomasa y la tasa a la cual dicho nivel se alcanza. Algo de la captura forestal y de la absorción oceánica pueden disminuir a medida que más ecosistemas forestales alcancen la madurez. En algún momento la aforestación se saturará y la tasa neta de captura de CO2 será cero.


(…)

El Filtro de la Biodiversidad


Entre otros muchos bienes y servicios medioambientales[ix], la biodiversidad de la tierra proporciona resistencia y otros factores de estabilidad en los ecosistemas grandes y pequeños. Estos valores medioambientales derivan fundamentalmente del espectro planetario de las especies y sus poblaciones. El efecto de filtrado está bien reconocido en principio, aunque solo es moderamente entendido en la práctica[x]-[xi]. Una aproximación de “póliza de seguros” exige que la humanidad mantenga el mayor filtrado posible.


La protección de la biodiversidad depende altamente de la disponibilidad de hábitats y sistemas de apoyo de la vida. De aquí el significado de los análisis de “puntos sensibles” de Myers et al[xii], demostrando que 25 lugares, que ocupan meramente un 1,4% de la superficie de la tierra, contienen los hábitats exclusivos del 44% de especies de plantas vasculares y el 35% de las especies en cuatro o cinco grupos de vertebrados. Si estos puntos sensibles fueran preservados, se reduciría la presente extinción masiva en al menos un tercio.


Pero el espacio agregado bajo protección no es el único factor de protección de especies. Ciertas áreas pueden usarse para actividades humanas y mantenerse como hábitats de otras especies. Esto requiere, sin embargo un manejo cuidadoso de la intervención humana, especialmente cuando implica un uso intensivo de la tierra. No es posible determinar con precisión cuánta área bioproductiva debe ser reservada para 7-14 millones de especies que comparten con nosotros el planeta. Algunos ecologistas y biogeógrafos han recomendado al menos un 10% de la superficie de la tierra[xiii] (y una cantidad crítica aunque intedeterminada del espacio marino). Otros científicos proponen al menos el 25%[xiv]. El Informe Brundtland “Nuestro Futuro Común”[xv], encargado por Naciones Unidas después de la Cumbre de la Tierra en Río en 1992, propuso proteger el 12% de la biosfera con este propósito.


Resultados


Para cada año desde 1961, comparamos la demanda humana de capital natural y la productividad biológica de la tierra. El cálculo proporciona evidencia de que las actividades humanas han sobrepasado la capacidad de la biosfera desde 1980. Esta sobreutilización puede expresarse como la medida en que la demanda humana de área excede la oferta de la naturaleza: Mientras que la carga humana en 1961 era equivalente al 70% de la capacidad de la biosfera, este porcentaje creció el 120% en 1999.


En otras palabras, una sobreutilización del 20% significa que sería necesaria 1,2 tierras, o una tierra por 1,2 años para regenerar lo que la humanidad utilizó en 1999. (La figura 1 muestra los resultados globales. La figura 2 proporciona el detalle del incremento global en cada categoría de uso terrestre y marino).


(Figura 1)
(Figura 2)

Aunque la figura 1 presenta una situación de sobreutilización, no muestra nada acerca de cómo de rápido se está agotando el stock natural o por cuánto tiempo puede continuar tal agotamiento, evidente a través de la deforestación, colapso de las pesquerías o incremento antropogénico del CO2 atmosférico.


La reserva de un 12% del área biológicamente productiva siguiendo la sugerencia del Informe Brundtland desplaza el punto crítico desde los años 80 a los tempranos 70 e incrementa la sobreutilización desde un 20% hasta cerca del 40%.


La demanda global de área per cápita de 1999 fue de 2,3 hectáreas globales por persona (ver tabla 2). Ello es significativamente inferior a las demandas de área en los países industrializados, como Estados unidos (9,7 hectáreas globales por persona) o el Reino Unido y Alemania (5,4 y 4,7 hectáreas globales por persona respectivamente)[xvi].


La figura 2 señala el gran impacto del uso de la energía fósil, incluso bajo las estimaciones conservadoras de la absorción del 65% de las emisiones y del uso de tasas de captura a largo plazo optimistas.


(…)


Relevancia de Estas Cuentas para el Análisis Económico


Hay varias razones por las que la agregación de indicadores biofísicos es un complemento útil de la perspectiva económica. En primer lugar, la visión económica actualmente dominante en el mundo sólo proporciona una guía útil si uno asume que todos los actores individuales del mercado están bien informados. Desde luego, este no es siempre el caso. Los agricultores, por ejemplo, cometen errores y actúan ineficientemente cuando solo se centran en los aspectos económicos de su actividad e ignoran tanto los factores que determinan la erosión del suelo como sus consecuencias en su productividad futura. Aunque la información perfecta nunca es posible, más información es mejor en la medida en que obtenerla no es muy costosa y en la medida en que la falta de información afecta a la organización de la economía[xvii].


La valoración medioambiental propuesta aquí proporciona un indicador biofísico de sostenibilidad que, si bien no es perfecto, es fácilmente determinable y puede ayudar en elecciones informadas de producción.


Segundo, el modelo económico estándar de uso de recursos a lo largo del tiempo, el modelo “Hotelling”[xviii], asume que los actores económicos estén informados acerca de la disponibilidad total de un recurso a lo largo del tiempo. Sobre esta base, la senda de equilibrio eficiente en el uso temporal del recurso es mantenida por actores económicos que constantemente determinan, en términos de recursos reales, si el recurso se agotara temporalmente cuando el precio del recurso iguale a aquel de un recurso y tecnología sustitutivos. Brevemente, los datos biofísicos no sólo son necesarios para que la producción individual sea eficiente, sino para mantener al mercado mismo sobre una senda eficiente a lo largo del tiempo.


Tercero, la teoría económica reconoce que los precios de mercado no reflejan todos los costes y deberían ajustarse en los costes soportados por terceros, los costes sociales, incluyendo el coste de las generaciones futuras, ajustes conocidos como “precios en sombra”. Pero para hacer tales ajustes en los precios de mercado, los economistas necesitan datos biofísicos, del tipo de los presentados en estas cuentas[xix].


Cuarto, hay muchos conjuntos posibles de precios eficientes, incluso cuando todos los efectos sobre terceros han sido incorporados, despendiendo de la distribución de partida de los derechos a utilizar lo recursos. Los valores económicos dependen de cómo los derechos de acceso estén distribuidos entre la gente, generando individuos ricos y pobres o igualdad relativa, tanto como generando diferencias entre generaciones actuales y futuras. Ahora está bien establecido que la consecución de la sostenibilidad no es simplemente una cuestión de incluir los efectos sobre terceros sino también de cuidar que las generaciones futuras tengan suficientes derechos sobre los recursos [xx]. Las decisiones sobre la distribución de los derechos de acceso a los recursos deben hacerse sobre la base de datos biofísicos y criterios éticos, no de valores económicos, porque los valores derivan de la distribución y no a la inversa. Los indicadores agregados como los aquí presentados proporcionan indicadores acerca de las consecuencias de la distribución actual del acceso a los recursos entre las generaciones actuales y futuras,. A partir de los mismos, y de criterios morales, podrán conseguirse nuevas distribuciones de derechos.


El propósito de estas cuentas globales no es ilustrar meramente un método de medición de la demanda humana sobre la bioproductividad, sino de ofrecer una herramienta para la medición del efecto potencial de las políticas restauradoras. Por ejemplo, las cuentas pueden usarse para calcular el efecto probable de varios cambios tecnológicos, tal y como se ha indicado al mencionar los análisis de sensibilidad.


Las tecnologías emergentes de producción de energía renovables o la imitación de procesos biofísicos son medidas prometedoras para tales cálculos. Por ejemplo, usando la mejor tecnología disponible, el consumo de recursos en el trasporte terrestre y en la vivienda podría ser reducido en un factor de cuatro, manteniendo el mismo nivel de servicios[xxi]


Más aún, la contabilización de recursos aquí intentada, podría ayudar a guiar una potencial reacción a la sobreutilización. Combinadas con determinaciones regionales o nacionales ofrecidas en otro lugar 12,13,[xxii],[xxiii],[xxiv], nuestras cuentas podrían ayudar a determinar cuánto está contribuyendo cada nación o región al impacto global de la humanidad. Y una vez precisadas, podría ayudar a evaluar las estrategias posibles para dirigirse a la sostenibilidad.

Hasta donde conocemos, ningún gobierno utiliza cuentas para evaluar la medida en que el uso humano de la naturaleza es compatible con la capacidad biológica de los ecosistemas existentes. Valoraciones como la presentada aquí permiten a la humanidad, usando datos existentes, monitorizar sus logros en relación con una condición ecológica necesaria para la sostenibilidad: la necesidad de mantener la demanda humana en la cuantía que la naturaleza puede suministrar
.


Mathis Wackernagel, Niels B. Schulz, Diana Deumling Alejandro Callejas Linares, Martin Jenkins, Valerie Kapos, Chad Monfreda, Jonathan Loh, Norman Myers, Richard Norgaard y Jorgen Randers http://www.pnas.org/cgi/content/full/99/14/9266


Traducción de Guillermo G. Ruiz Zapatero


Esta obra de traducción está bajo una licencia Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/ o envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.


[i]Wackernagel, M. , Onisto, L. , Bello, P. , Callejas Linares, A. , López Falfán, I. , Méndez García, J. , Suárez Guerrero, A. & Suárez Guerrero, G. (1999) Ecol. Econ. 29, 375-390[CrossRef]
[ii] Wackernagel, M. , Lewan, L. & Borgström Hansson, C. (1999) Ambio 28, 604-612
[iii] Catton, W., Jr. (1980) Overshoot: The Ecological Basis of Revolutionary Change (Univ. of Illinois Press, Urbana).
[iv] Odum, E. P. (1997) Ecology: A Bridge Between Science and Society (Sinauer, Sunderland, MA).
[v] Intergovernmental Panel on Climate Change, World Meteorological Organization & United Nations Environment Programme. (2000) in Land Use, Land-Use Change, and Forestry, eds. Watson, R. T., Noble, I. R., Bolin, B., Ravindranath, N. H., Verardo, D. J. & Dokken, D. J. (Cambridge Univ. Press, Cambridge, U.K.).
[vi] Intergovernmental Panel on Climate Change. (2001) Climate Change 2001: The Scientific Basis (Cambridge Univ. Press, Cambridge, U.K.).
[vii] Food and Agriculture Organization Forestry Department. (1997) State of the World's Forests 1997 (Food and Agriculture Organization, Rome).
[viii] Dixon, R. K. , Brown, S. , Houghton, R. A. , Solomon, A. M. , Trexler, M. C. & Wisniewski, J. (1994) Science 263, 185-190[Abstract/Free Full Text]
[ix] Daily, G. (1997) Nature's Services: Societal Dependence on Natural Ecosystems (Island Press, Washington, DC).
[x] Tilman, G. D. , Duvick, D. N. , Brush, S. B. , Cook, J. R. , Daily, G. C. , Heal, G. M. , Naeem, S. & Notter, D. (1999) Benefits of Biodiversity (Council on Agricultural Science and Technology Task Force Report 133, Iowa State University, Ames, IA).
[xi] Walker, B., Steffen, W., Candell, J. & Ingram, J., eds. (1999) The Terrestrial Biosphere and Global Change: Implications for Natural and Managed Ecosystems (Cambridge Univ. Press, Cambridge, U.K.).
[xii] Myers, N. , Mittermeier, R. A. , Mittermeier, C. G. , Da Fonseca, G. A. B. & Kent, J. (2000) Nature (London) 403, 853-858[CrossRef][Medline]
[xiii] McNeely, J. A. (1999) Mobilizing Broader Support for Asia's Biodiversity: How Civil Society Can Contribute to Protected Area Management (Asian Development Bank, Manila, Philippines).
[xiv] Soule, M. E. & Sanjayan, M. A. (1998) Science 279, 2060[Abstract/Free Full Text]
[xv] World Commission on Environment and Development. (1987) Our Common Future (Oxford Univ. Press, Oxford).
[xvi] World-Wide Fund for Nature International, United Nations Environment Programme, World Conservation Monitoring Centre, Redefining Progress & Center for Sustainability Studies. (2002) Living Planet Report 2002 (World-Wide Fund for Nature, Gland, Switzerland).
[xvii] Alchian, A. A. & Demsetz, H. (1972) Am. Econ. Rev. 62, 777-795[ISI].
[xviii] Hotelling, H. (1931) J. Political Econ. 39, 137-175[CrossRef].
[xix] Bishop, R. C. & Woodward, R. T. (1995) in The Handbook of Environmental Economics, ed. Bromley, D. W. (Blackwell, Oxford), pp. 543-567.
[xx] Howarth, R. B. & Norgaard, R. B. (1995) in The Handbook of Environmental Economics, ed. Bromley, D. W. (Blackwell, Oxford), pp. 111-138.

[xxi] von Weizsäcker, E. U. , Lovins, A. & Lovins, H. (1997) Factor Four: Doubling Wealth, Halving Resource Use (Earthscan, London).
[xxii] Folke, C. , Jansson, A. , Larsson, J. & Costanza, R. (1997) Ambio 26, 167-172
[xxiii] Matthews, E. , Amann, C. , Bringezu, S. , Fischer-Kowalski, M. , Hüttler, W. , Kleijn, R. , Moriguchi, Y. , Ottke, C. , Rodenburg, E. , Rogich, D. , et al. (2000) The Weight of Nations: Material Outflows from Industrial Economies (World Resources Institute, Washington, DC).
[xxiv] Haberl, H. (1997) Ambio 26, 143-146[ISI]

No comments:

Post a Comment